Árbol muerto, arte vivo…

Todo comienza como inician los días, uno tras otro, la rutina urbana que me lleva paso a paso de un lugar a otro, y que cruzando calles y avenidas, me va convirtiendo en un elemento más de esta ciudad. Mientras avanzo, dejo atrás los caóticos estacionamientos y centros comerciales, los parques y las plazas, los semáforos y rayados para peatones, ignorados por los carros y motorizados, los grandes retiros como norma de algún municipio que contrasta con la escasez de aceras en otros; los espacios publicitarios y vallas comerciales, donde se mezclan la imágen de un producto con la de un graffiti barato, las casetas telefónicas, de las que ya sólo quedan los soportes metálicos, las jardineras públicas, que salvo en algunos municipios, no hay sino tierra maloliente con restos de basura, etc; los postes de iluminación, decorados con restos de panfletos y propaganda caduca, así como la variopinta diversidad de pancartas colgadas, la colección de tipologías de kioscos que no termina de unificar su lectura como objeto dentro de la cuestión urbana, y finalmente, un elemento urbano con gran importancia para la ciudades desde que se comenzaron a diseñar con criterios de humanidad, sensibilidad, sanidad física, mental y espiritual: los árboles… el árbol en la ciudad… ¿qué es una ciudad sin árboles, sin vegetación?, ¿qué sería Caracas sin los bordes vegetales que tanto identifican sus sectores, desde avenidas hasta urbanizaciones?, ¿es que podemos hablar de ciudad sin pensar en los árboles?, pues afortunadamente para nuestros hijos, no!!!

Pero que pasa cuando un árbol se seca o crece demasiado y sus ramas se extienden hacia sectores internos de un edificio, o sobre las calles, o cuando las raíces comienzan a levantar aceras, obstaculizar drenajes, etc, es decir, cuando el árbol se convierte en un elemento que interfiere o agrede al entorno en el que se desarrolló?; la lógica dice que debería estudiarse una acción de tipo correctiva por gente competente y sensible, que garantice la preservación del árbol, pero la mayoría de las veces en lo que se termina es por sesgar la vida de éste, es decir, si se trata de podar, no hay
criterios dictaminados por especialistas forestales, y si hay que sacarlo del sitio, nunca se ejecuta de la forma correcta, se corta como se pueda y se deja lo que sea, en cualquiera de los casos, abandonado el tronco, termina por secarse y por no importarle a nadie o casi nadie; es aquí en donde aparece mi propuesta, una propuesta de arte que tiene que ver con la recuperación del tema del árbol muerto, la imágen y significado colectivo que tuvo ese árbol cuando estaba vivo y lo que aportaba, su esplendor, cobijo y oxígeno a la ciudad y ciudadanos…

En el año 1999, aún siendo estudiante de arquitectura, tuve mi primera experiencia con este trabajo que desarrollé durante 8 años por gran parte de Caracas. Se trató de un samán ubicado en la Av. Los Samanes en La Florida, al que le habían cortado las ramas por caer sobre un estacionamiento y atentar contra los carros parados; cortaron las ramas que ensuciaban y las que no también, el árbol de aproximadamente 70 años se secó y quedó allí durante un tiempo, luego, yo lo veo y digo, el alma del árbol aún quiere gritar su dolor, y comencé a tallarlo, fueron apareciendo imágenes, símbolos, texturas y colores, de manera que se convirtió en una obra con alto contenido expresivo, la cual causó mucho impacto en las personas que veían día a día, como el tronco iba tomando forma, 4 meses tardé en esbozar el trabajo, pués nunca lo creí terminado.

Este fue el comienzo de una serie de intervenciones a las que me dediqué de puro corazón, con la intención de transformar un problema de todos en todas partes, por esculturas vivas para la ciudad, luego, a medida que fui trabajando en distintas zonas de Caracas, me dí cuenta que la gente formaba una parte muy importante del proceso de la obra, de manera que, muchos de los temas que quedaron plasmados en las que aún se pueden ver por algunos sitios, reflejan de alguna forma, al tipo de personas que habitualmente recorrían esos sitios, o estaban cerca de el, por otra parte, en muchos casos traté de contar una historia particular que identificaba al lugar, a través de rasgos en las caras o gestos de las manos, etc.

El feedback con las personas obviamente se convirtió en un recurso casi teatral, una especie de ritual que yo como artista, interpreto como un valor añadido a cada una de las obras trabajadas, digamos que la dinámica del artista como creador, tiende a mantenerse como envuelta en un velo misterioso que es de difícil acceso para el común, y sólo está permitido ver el resultado, el producto listo, expuesto y preparado para la crítica o el halago, pero en este caso, el proceso, el misterio descubierto resultó ser mas seductor y atractivo que la obra misma terminada, es más, definitivamente este factor de exposición contínua llegó a producir un sentido de propiedad de la gente hacia la obra, traducida en gestos como el mantenimiento eventual etc, cosa que en muchos casos, yo no pude cubrir, y terminaron las piezas deterioradas por los factores externos, lógicamente…

Al respecto del trabajo realizado, cabe preguntarse ¿por qué nadie vinculado a las alcaldías o gobernaciones, jamás se acercó a proponerme ningún plan, sin hablar de ofrecer financiamiento?, sobre todo tomando en cuenta la forma en que acostumbré a abordar las tallas, a plena luz del día y en lugares de los más transitados de Caracas.

Luego, la obra se extendió por muchos lugares, estaba realmente dedicado a recuperar cada árbol que yo pudiera, mientras estuviera a mi alcance y así lo hice, trabajé algunos inclusive dentro de la UCV, de forma prohibitiva, por la condición patrimonial otorgada por la UNESCO, pero hubo que protestar también en contra del corte de algunos árboles allí dentro. Luego me gradué y me fui a Falcón con mi familia y trabajé durante 4 años, pero volví…y tristemente veo aparecer por las calles y avenidas, por las plazas y aceras, el mismo problema, el mismo árbol que grita su dolor y su abandono…

Espero que esta publicación motive el financiamiento de las empresas privadas y de las alcaldías, para retomar y ejecutar formalmente un plan o proyecto de arte urbano con el trabajo en serie de los árboles secos, que hay por montones…

Isaías Villareal
Arquitecto (UCV, 2006). Ha desarrollado su trabajo profesional en distintas empresas de construcción como Arquidity, Constructora Grupo Alpha y Diseños Dimaza, Diseños Dimo, asi como en construcción de escenografías para teatro y vitrinismo y últimamente, de forma independiente, con su empresa Diseños VERDEUNICO, donde se ha enfocado hacia las remodelaciones, el diseño de mobiliario y objetos utilitarios con material de reciclaje o materiales reciclados de esculturas y con el grupo Restauradores Sin Fronteras. Participación en Coloquio Multidisciplinario sobre la obra escultórica de Alejandro Colina. Tiene en curso un estudio sobre la energía solar fotovoltaica, así como trabajo en compañias de iluminación arquitectónica.
isaiasvillarreal@gmail.com
04146957666

Artículo publicado en la revista entre rayas No. 90, meses julio-agosto 2011