Alejandro Colina emblema de la escultura monumental

Natalicio 113 del escultor indoamericanista

La huella del maestro Alejandro Colina se palpa en nuestra geografía, indeleble en su legado artístico, en cada una de sus colosales esculturas diseminadas por todo nuestro territorio, signadas por el arraigado sentido nacionalista y de profunda identidad que les imprimió este artista venezolano, considerado máximo exponente de la escultura monumental del S. XX, que nació el 8 de febrero de 1901 y falleció el 23 de octubre de 1976.

Tal vez, la expresión plástica más conocida de este célebre pintor y escultor caraqueño sea su obra tridimensional, siendo que la mayoría fue concebida como monumentos públicos: San Juan o mejor conocido “Sanjuanote” (de 19,8 mts de altura), en San Juan de los Morros, Guárico; el conjunto escultórico de la Plaza de Tacarigua (Maracay, Aragua); los numerosos caciques que esculpió, entre ellos Tiuna, Conjuro de Caricuao (Dtto. Capital), Chacao (Miranda), Yaracuy (San Felipe, Yaracuy); Manaure (Coro, Falcón); Guacamayo -Plaza el Indio- y el piache Yarijú (Valencia, Carabobo); Negro Primero y La fuente de los caimanes (San Fernando, Apure), entre una profusa producción donde destaca María Lionza sobre la danta (Dtto. Capital) por la veneración popular que le profesa un grueso de la población que rinde culto a esta legendaria reina.

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Si revisamos textos que hablen sobre este maestro, en su obra prolífica también era diestro en la pintura de murales, mencionamos Industria textil; La caza; La alfarería; La Cosecha de maíz y Éxodo a la montaña (1931) , entre otros, -hoy desaparecidos- se ubicaron en un gran salón de la residencia de John Boulton; destacamos de igual manera Arte y ciencia de la psiquiatría (1938), el cual por remodelaciones posteriores en el Hospital Psiquiátrico de Caracas –donde fue paciente- debió reproducir al óleo a solicitud de las autoridades del hospital.

Colina también fue artífice de importantes reformas en la Catedral de Valencia, Edo. Carabobo, (1941-43), las cuales consistieron en agregar vitrales, incorporar una cúpula y la reconstrucción de las columnas más altas del referido templo, donde contó con la colaboración de pintores y estudiantes de arte. Siendo que para esta tarea fue fundamental el bagaje adquirido en cuanto a conocimientos y experiencias en el hecho arquitectónico hacia 1919 cuando trabajó como delineante y calculista del arquitecto Alejandro Chataing.

Igualmente, la cerámica y la orfebrería también fueron exploradas por el artista como otra posibilidad de expresión plástica.

En lo que refiere a la obra inmersa en nuestras raíces aborígenes, Aminta Diaz, cronista de Colina, escribió en un trabajo que realizó sobre este autor: “genial escultor que rescató del olvido a nuestros indígenas y los sembró en la geografía patria con creaciones insustituibles en su género: novedosas, personales, originales, con sentido axiológico, nacionalista y épico, con pasión telúrica…”.

Chacao

Tiuna

A juicio de los expertos su ideología indoamericanista lo llevó a esculpir indios con nombres locales, pero que conforman la «raza» de América.

De la misma manera destacamos que el crítico y artista Juan Calzadilla en una oportunidad apuntó que Colina se ha erigido como “el más alto representante de la tendencia indigenista en nuestra escultura. Su temática constituye en conjunto una exaltación alegórica de la fuerza de la raza autóctona y, como tal, su trabajo adopta a menudo la forma monumental. Sus figuras están fuertemente acusadas por una construcción muscular sobresaliente que imprime un ritmo tenso y robusto, bajo el cual el movimiento es sugerido y contenido dramáticamente”.

Opinan los críticos que Colina percibió la conexión entre lo indio y lo mestizo atrapando distintas facetas de una venezolanidad polimorfa y plural, como lo reflejó en su obra: Pedro Camejo, la negra Matea, Andrés Eloy Blanco y los caciques, entre otras.

Explorando en documentos que hablan de la vida de este emblemático escultor descendiente del militar León Colina, encontramos que de niño tenía inclinaciones por la escultura. Una de las anécdotas narra que un día mientras se encontraba realizando figurillas de barro, las cuales eran perfectas, lo observó el Dr Francisco Jiménez Árraiz y exclamó “este niño tiene fibra de artista”. A los 13 años sus padres lo inscribieron en la Academia de Artes Plásticas de Caracas donde estudió dibujo, escultura, perspectiva y paisaje al natural, entre otros.

Era amante de la naturaleza y le gustaba subir el actual Waraira Repano a pie desde la capital al otro extremo de la montaña, observando cada detalle de la flora y la fauna.

Este creador se desempeñó en otros oficios, destacamos que fue remachador de vagones del ferrocarril que hacía la travesía Caracas-La Guaira, lo que le permitió enrolarse a la marina, gracias a esta última experiencia pudo viajar por toda la costa del país y del Orinoco donde convivió 8 años con los indígenas de la zona occidental, lo que a juicio de los expertos fue fundamental para esculpir la anatomía aborigen con tanta maestría.

En una oportunidad llegó a decir: “El oficio de mecánico me ha sido muy útil, la aconsejo al escultor novel pues esta solidifica el concepto de plástica … La mecánica es un oficio hermano de la escultura, es el que mejor le corresponde”

En sus vivencias también se cuenta que concurrió a las clases de anatomía dictadas por los doctores Luis Razetti y José Gregorio Hernández.

Como anécdota también se encuentra que Colina cuando realizaba el Sanjuanote se negó a realizarle un cambio, al parecer la escultura estuvo pensada con el brazo derecho y el dedo índice elevado, el requerimiento solicitado por Gómez fue el brazo a un costado del cuerpo y en la palma de la mano un trozo de pan. Dicen que la escultura fue terminada por el escultor Renzo Bianchini en el año 1934.

Colina fue paciente psiquiátrico en algunas oportunidades, siendo la primera vez que estuvo recluido en el Hospital Psiquiátrico de Caracas después que fue preso por Juan Vicente Gómez porque lo acusaron de comunista, allí llegó muy enfermo por los maltratos de los grillos y las torturas. En los períodos en que se encontró interno realizó una loable labor donde organizó talleres de escultura y dibujo en los planes de laborterapia. En este centro de salud está el óleo del mural que realizó titulado Arte y Psiquiatría, así mismo 8 de los 12 bustos de yeso representativos de distintas enfermedades mentales.

Colina decía que ´los seres normales son normales porque saben llevar muy bien su máscara´.

En 1971 fue arrollado por un automóvil y quedó inválido. Su última obra en bronce fue el Indio Chacao colocada en la Plaza homónima. (FIN/ IARTES/ Teresa Quilez)

Texto y fotografías enviadas por:
Mgter. Teresa Quilez
Coordinadora de Prensa del IARTES
CNP 6024
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e-mail principal: tquilez@gmail.com

One thought on “Alejandro Colina emblema de la escultura monumental

  1. Soy artista visual y estudioso de la vida del artista colina cualquier cosa que es escriba de él para mi es importante , pues esos avatares nos pasa aún , siempre somos víctima de los ignorantes políticos y todo bicho incensible….

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