El diseño, la tecnología y la sismoresistencia

El dolor humano, consecuencia de la ocurrencia de eventos sísmicos y otros desastres naturales, induce a realizar, una vez más, las siguientes reflexiones.

En el año 1999 ocurrió el llamado deslave de Vargas, en Venezuela; en enero del año 2010, ocurrió el terremoto de Haití y en febrero del mismo año, el de Chile; en la actualidad presenciamos el terremoto ocurrido en Nepal el 25 abril de 2015, con un pronóstico de pérdida de 8.000 vidas humanas, afectando aproximadamente al 25 % de la población de ese país y el fuerte sismo con alerta de tsunami en Nueva Guinea el 4 de mayo de 2015. Estos hechos han puesto en evidencia la grieta social que persiste a lo largo y ancho de nuestro Continente Latinoamericano y de El Caribe y no puede pasar desapercibido ni ser indiferente para los profesionales que ejercemos actividades en el sector construcción.

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En Venezuela, el ochenta por ciento de la población vive en ciudades ubicadas en zonas con algún grado de riesgo Sísmico. Es claro que los terremotos son fenómenos de la Naturaleza, imposibles de predecir, pero debemos ser consientes de la probabilidad de la ocurrencia de un terremoto severo, de magnitud mayor a 6, en la Escala de Richter.

Es indudable que el Estado lleva la mayor carga en cuanto al rol a desempeñar en estos casos, pero para quienes compartimos y aplicamos conocimientos de la sismo-resistencia, resaltar los aspectos más relevantes sobre esta materia, es una responsabilidad que no podemos eludir, y estamos en la obligación de darlos a conocer a las nuevas generaciones de profesionales que se incorporan como especialistas en el campo del diseño y construcción de edificaciones y obras civiles en zonas sísmicas.

Conviene tener presente que la estimación de la respuesta estructural sísmica de los edificios y obras de otra naturaleza, como son los puentes, represas y complejos industriales, entre otros, no es sólo el resultado de la aplicación de lo pautado en los códigos o normas y del uso de programas predeterminados en una computadora; se trata de algo más: de saber intuir y estimar el comportamiento de la edificación; cómo se reparten las solicitaciones entre los diferentes elementos que componen las estructuras, cómo es su interacción, y que ductilidad se espera en su comportamiento.

En la homogeneidad de las edificaciones influirá de manera determinante, la calidad y el adecuado empleo de los materiales especificados para cada uno de sus elementos ya sean los estructurales, los de cerramientos, los divisorios, las incorporaciones o los componentes de las instalaciones.

La falla de un material puede producir en el elemento respectivo una zona de resistencia más baja que la admisible, exponiendo al colapso, parcial o total, al conjunto completo. Si realmente se quiere lograr un buen resultado del diseño estructural, el cuidado puesto en el proceso de desarrollo del mismo debe completarse con un estricto control de calidad durante la etapa de construcción.

En la construcción de edificaciones y obras en zonas sísmicas es necesario resaltar la participación del profesional o los profesionales inspectores, como vigilantes y garantes de la obra que se ejecuta, respetando las directrices emanadas de los proyectos y especificaciones resultantes del proceso del diseño.

El profesional, en este caso, debe asumir que en sus manos está la responsabilidad de que durante la ejecución de la obra se cumpla con todas las hipótesis establecidas en los proyectos; y, aunque no es lo usual, es deseable la participación de la Inspección, como parte del equipo de diseño, en calidad de supervisores y asesores, y de acuerdo a la magnitud de la obra, esta participación tendrá mayor o menor intensidad. De esta manera se asegura, además, la corrección de cualquier aspecto imprevisto o resuelto en forma inconveniente para cumplir con las hipótesis establecidas, o se da cabida a la formulación de alternativas que mejoren los resultados cuando, al ejecutar una construcción, se presenten situaciones inesperadas.

Los terremotos nos han enseñado y nos han provisto de datos e información que nos han permitido ajustar y calibrar la tecnología del diseño sismo-resistente; pero, a pesar del avance en los conocimientos sobre el diseño de las estructuras sismo resistentes, debemos reconocer que los terremotos siguen poniendo en evidencia áreas de ignorancia en el ejercicio de esta especialidad. La observación y análisis de numerosos sismos, confirma que se deben proyectar estructuras más rígidas pero más livianas. La rigidez se puede lograr haciendo uso de elementos de paredes portantes, incorporados de manera coherente y armónica con otros elementos flexibles como son los pórticos. Para la construcción de estructuras más livianas y más dúctiles, una opción es incorporar, estructuras compuestas, de perfiles de acero y concreto armado que ofrecen un adecuado comportamiento ante solicitaciones sísmicas. Este criterio se puso en evidencia desde el sismo ocurrido en Japón, en Kanto, en 1923.

La expectativa de nuestras profesiones es servir con lo mejor de nuestros conocimientos a la comunidad, que espera que nosotros seamos los garantes de la seguridad de las edificaciones y obras que conforman nuestro medio construido. Nuestra responsabilidad está en ser los autores de edificaciones “honestas” que no escondan con falsos plafones, recubrimientos y fachadas espectaculares, aquellos defectos de la estructura cuya patología pudo ser controlada en el proceso de diseño o construcción de la misma. Es necesario insistir en la creación de un lenguaje común entre los profesionales, que nos lleve a comprender los “porqué” de las decisiones que se toman en cada una de las especialidades lo cual es posible sólo y cuando conformemos equipos interdisciplinarios.

Seria de sumo interés conformar un equipo integrado por arquitectos, geologos e ingenieros estructurales para trabajar conjuntamente en la creación y diseño de edificios que optimicen su comportamiento dinámico, ya sea haciendo uso de amortiguadores en los elementos componentes de la estructura, o mediante liberadores de energía en las bases de sustentación, con lo cual se conseguiría incrementar el grado de amortiguamiento interno de las estructuras y, en consecuencia, un mejor control de los desplazamientos laterales de las edificaciones.

Es el momento de demostrar que la ciencia y la tecnología tienen mucho que aportar, sin menospreciar el aspecto económico que es muy importante, pero, para hacer eficientes los recursos económicos con que se puedan contar, es imprescindible asumir el compromiso social que nuestros pueblos exigen, tanto a los técnicos y profesionales, como a sus gobernantes.

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Si nos referimos a un asunto primordial como es el de la Vivienda, debemos estar conscientes de que es una necesidad sentida de nuestra población, que debe ser satisfecha en paralelo a un proceso de educación de la sociedad civil, de manera tal que permita su adaptación a formas de vida diferentes a la habitual precariedad del medio construido que caracteriza a la población de menos recursos. No se trata de la participación de las comunidades para maquillar lo existente, ya que a la larga lo que se logra es consolidar la precariedad; se trata de organizar la sociedad para rescatar la dignidad de la gente, incorporándola a la ciudad o al campo, sin perder sus valores culturales, pero sobre todo respetando el derecho mas preciado para el hombre que es la vida. Hay que garantizar la seguridad de la vivienda y en general del Hábitat, ante derrumbes, lluvias torrenciales, huracanes, terremotos y acciones de vandalismo así como preservar los valores estéticos y de confort que se exigen en una correcta practica constructiva. Para ello la tecnología tiene que ofrecer respuesta.

La frecuencia de estos eventos de efectos desastrosos justifica la creación de grupos de trabajo adecuados a las condiciones socio-culturales y económicas de cada región, en los cuales participen los organismos y los expertos en materia de prevención, mitigación y asistencia, con miras a establecer criterios aplicables a la construcción o reconstrucción del hábitat digno.

El compromiso con la sociedad tiene que tener como marco de referencia la responsabilidad compartida entre quienes hacen las normas y reglamentos, las autoridades que las aprueban y les dan carácter legal, los propietarios, arquitectos, ingenieros de suelos, geólogos ingenieros estructurales, ingenieros inspectores y constructores, que son los actores fundamentales en la construcción y preservación del hábitat.

Nuestro compromiso es ser útiles a la mayoría de la población que JUSTICIA SOCIAL RECLAMA.

Ing. José Adolfo Peña U.
otipjapu@gmail.com

Caracas 05 de mayo de 2015

Leyenda de fotografías:
1. Consecuencias del terremoto ocurrido en Nepal, abril 2015
2. Catuche, Caracas, deslave de Vargas, diciembre 1999
3. Terremoto en Haití, enero 2010
4. Terremoto en Chile, febrero 2010
5. Barrios de Caracas

3 thoughts on “El diseño, la tecnología y la sismoresistencia

  1. Muy buena y siempre oportuna reflexión. Totalmente de acuerdo con el marco de referencia de «responsabilidad compartida» En ella debe estar presente el Conocimiento, la Responsabilidad y la Honestidad. Mucho se ha logrado, pero la naturaleza siempre nos sorprende; pero ello no implica que los casos mal hechos, o donde se compruebe negligencia, malicia o impericia, se disipen ante una eventual tragedia.

  2. Como siempre, Jose Adolfo Peña expresa su sabiduria y experiencia en el campo de la tecnologia constructiva resistente a los eventos naturales extremos, que afectan nuestra región, para ser creadores de una teoría y práctica propia contra esos eventos naturales que tantas vidas tronchan la humanidad

  3. excelente cometario ingeniero, la verdad es qque se tiene que tener mas responsabilidad en los diseños simoresistente

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