¿DÓNDE ESTÁ EL TAMARINDO?

Anotaciones sobre El Tamarindo: la casita de descanso de Juan Pedro Posani en Clarines.

Para el ‘profe’,in memoriam

1 (la esencia)
No estoy completamente seguro si un caso de arquitectura como el que reseñamos a continuación deba preferiblemente abordarse como una intervención sobre una preexistencia, y en tal caso hablar de recuperación, o incluso de rehabilitación, y así irnos por el camino de las valoraciones patrimoniales, o, si, por el contrario, tomar lo que de nuevo construido tiene el pequeño conjunto que se quiere dar a conocer y a partir de ahí hilar el análisis involucrando lo anterior que había en el sitio.

Supongo que ambas alternativas son válidas por supuesto, el caso se presta para uno u otro enfoque, y probablemente para más. Todo depende de si se logra dar con una lectura de al menos algo de lo importante que pueda estar señalando aquella simbiosis entre lo viejo y lo nuevo.

Deduzco también que en el fondo tal conflicto de arranque se me presenta porque la relación entre aquello y lo otro –entre la preexistencia y la intervención- es tan fluida y discreta que sus límites son apenas de obvia materia y algo de color.

Racionalidad, sencillez, que es sutileza, y sinceridad funcional generan el vínculo entre ambos tiempos, concluyo después de tanto mirar e interrogar las imágenes de la obra. De pronto esas pocas palabras me revelan el verbo empleado por Posani para riportare alla vita –traer de vuelta a la vida- aquellas ruinas abandonadas al tiempo. Decido entonces subordinar a un segundo plano o postergar para oro momento mis disyuntivas iniciales.

Pienso en seguida también, que todos esos valores han debido estar ahí, alguna vez, reunidos detrás de las paredes de aquel solar de Clarines antes baldío, pero a la vez poblado por la majestuosa y solitaria autoridad del centenario árbol de tamarindo sembrado en su centro que tanto atrajo a Juan Pedro Posani, decidiendo comprarlo para construirse un lugar de descanso. Una casita, nueva, que se levantara sin ignorar los pocos vestigios de la anterior. Una casita, que poseyera en su interior las bondades de la que ha debido estar; y que se convirtiera en ella, no por la reminiscencia trivial de sus formas, sino por la recuperación de su esencia.

2 (la forma en virtud de la función)
Menos de 70 m2 construidos en dos compactas plantas conectadas por una empinada escalera resuelven todo lo útil para habitar el pequeño volumen de delgadas paredes prefabricadas de concreto y cerramientos de madera y metal. Los remata una sombrilla anaranjada, que pareciera haberse colado entre el tamarindo y los muros viejos del frente principal al Oeste que restaban dentro de la parcela medianera de unos 300 m2, ubicada en la calle principal del centro histórico de la ciudad.

La casa parece un jardín. Un jardín que se habita desde lo construido y lo no construido. Refugio y remanso erigido en tamiz de luz brillante y aire cálido, condiciones del lugar elevadas así a categoría estética.

La planta baja se comporta prácticamente como un espacio libre. Extendida en casi la totalidad de los nueve metros de ancho en promedio que posee la parcela, permite un continuum visual desde el acceso hasta el fondo del patio. En ésta se resuelven la cocina -contenida en un closet de romanilla metálica-, un espacio abierto para comer y estar, y un amplio baño con ducha a cielo abierto ubicado detrás de la escalera.

El piso de arriba es para un amplio dormitorio, divisible en dos mitades iguales de ser necesario mediante una separación móvil, y asistido por un baño menor y sin ducha. Un balcón en volado, cerrado con celosía de madera de piso a techo y ventanas oscilantes limita hacia el acceso desde la calle –integrado por los muros remanentes de la antigua propiedad-, mientras que una reja metálica a cuadros cumple la misma función hacia la parte posterior-interior de la casa. Son confines relativos en realidad, vistos en contexto, estos que definen la nueva construcción hacia la ciudad y al adentro; blandos podríamos decir, apelando a la voluntad de transparencia que los resuelve.

La gran cubierta curva de estructura metálica y llamativa lona colorida adquiere un rol deliberadamente protagónico en la intervención. Su lectura desde el contexto urbano es inmediata y elocuente. Tiene el poder de dialogar en primera persona sobre clima, racionalidad, economía y diseño, desde otra técnica y otra estética, con las vecinas techumbres de teja.

Un caney -surgido en un segundo momento- se ve al fondo, cerrando el patio y sirviendo como otro espacio de estar y reposo. Está hecho enteramente con técnicas artesanales, con columnas y vigas de madera y techo de caña brava. Su coherencia material, formal, o como queramos llamarle, con el aspecto un tanto industrial, prefabricado, predominante en el pequeño volumen delantero de la nueva casa hacia el cual mira, entra en la misma reflexión esbozada para toda la intervención: el vínculo es lo funcional, lo práctico, la exactitud de la respuesta a la pregunta del lugar, y no los aparentes dilemas de lenguaje que resulten de ella.

Lo básico del programa de la casa sorprende. Pareciera un pretexto absolutamente asociado a la contemplación del árbol de tamarindo y al deleite del cobijo bajo su sombra. Todo lo creado responde a él.

Más aún sorprende el tiempo de ejecución: cuatro semanas de construcción para la etapa principal (2004) y un poco más para el caney (2009). Todo con un elemental presupuesto.

3 (La apuesta, o la lección)
Hay varias lecciones condensadas en esta casita de Posani para sí mismo. Yo diría que básicamente las mismas que impartió en las aulas como profesor, las que puso en evidencia en la prensa como articulista de páginas especializadas, en debates o en su acertado conjunto de Centros Culturales Comunitarios construidos a principios de la década pasada, de los cuales hay aquí ecos innegables. Racionalización, economía, prefabricación, sencillez. Una poética que emerge del manejo de estas variables reunidas coralmente en torno a la búsqueda de una respuesta acorde al clima y al lugar. Y precisamente por ello, salvando –por supuesto- todas las distancias y especificidades que haya que salvar por lo atípica y pequeña, una arquitectura emparentada con la mejor experiencia y con los mejores ejemplos que marcan la memoria edificada local.

¿No recuerdan, acaso, las palabras del maestro Villanueva refiriéndose a su singular Caoma, algo de “El Tamarindo?:

“Esta casa no es moderna ni es nada; es una casa que conserva algo de la arquitectura colonial. Yo traté de dar la espalda a la calle […], de abrir hacia adentro, eliminar la fachada, y después tratar de unir el jardín y el patio abierto con la casa. Pero aquí no hay nada, diremos, como decoración y ornamento; no hay nada. Todo es sencillo y está bien así.”

Javier Cerisola
nov. 2020
(dibujos y fotografías de J. P. Posani)

2 thoughts on “¿DÓNDE ESTÁ EL TAMARINDO?

  1. Esta vivienda fue construida por OTIP ca, haciendo uso de su tecnología SANCOCHO, en un plazo de tres semanas, montada manualmente

  2. Excelente articulo, si fue una gran experiencia participar allí y de la mano de dos grandes que se entendían muy bien la nostalgia de posani y la modernidad de peña eran un gran duo, y realemnte fui afortunado de estar allí en ese momento, muy buen articulo felicitaciones

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