MEMORIA Y CIUDAD dos propuestas emblemáticas

Autor: Arq. Mariano Arana

“La construcción de puentes entre presente y pasado garantiza una cimentación profunda y fuerte del futuro … La necesidad del fortalecimiento de la dignificación humana es, tal vez, la única certeza que permanece en el siglo XXI”
Oscar Destouet (1)

“En el recordar está la redención”
Baal Shem Tov (2)

Es propósito de esta nota subrayar la existencia de dos realizaciones inusuales de Montevideo que alcanzan, en más de un plano, una relevante significación. Nos referimos al memorial del Holocausto del Pueblo Judío y al memorial en recordación a los Detenidos Desaparecidos durante la dictadura uruguaya (3). Más allá de las divergentes características de sus específicos enclaves paisajísticos y más allá de las contrapuestas opciones expresivas de cada una de sus formulaciones, ambas propuestas adoptan un criterio básico común: soslayan el énfasis declamatorio y son inequívocamente indisociables de sus respectivos contextos geográficos.

AL RESCATE DE LA MEMORIA
Es convicción genéricamente aceptada que “todo juicio es juicio histórico”. Todo juicio, en efecto, se materializa desde nuestro aquí y desde nuestro ahora.

Más aún: tal como sostenía con su impar elocuencia Ortega y Gasset, “el pasado no está allí, en su fecha; está aquí, en mi”.

Ese “en mi”, supone que los hechos del ayer se perciben desde las visiones – y revisiones – de nuestro propio presente; desde las valorizaciones de nuestra peculiar circunstancia.

Es que la memoria no es el mero acopio de documentos o vestigios del pasado; la mecánica acumulación de hechos pretéritos e inconexos, sino la aceptación conciente de una historia que nos interpela individual y colectivamente.

De allí que concibamos a la memoria como la mirada selectiva y comprometida, que no puede soslayar la dimensión ética, estética y afectiva y que, en tanto tal, condiciona nuestra conducta presente y nuestras opciones futuras.

Opciones que, si queremos ser plenamente responsables, nos obligan a actuar sin amnesias ni anestesias para acallar las malas conciencias.

Opciones que nos impulsan a proceder, tal como lo afirmaba el entrañable Luis Pérez Aguirre (4), “sin verdad secuestrada ni memoria prohibida”.

Por cierto, esa búsqueda incesante de la memoria puede canalizarse a través de múltiples vertientes. Transitemos por una de ellas: aquélla que más nos involucra en tanto ciudadano y en tanto arquitecto; aquélla que nos incitó a asumir, aún en plena dictadura, compromisos profesionales y personales en la defensa apasionada de la ciudad, de su arquitectura y de su gente.

Para un observador atento, toda ciudad es un registro material, minucioso y preciso de su peripecia en el tiempo. Una peripecia más o menos accidentada, más o menos dilatada, de acuerdo con el “espesor histórico” y las características culturales y antropológicas de la comunidad que la habita.

La ciudad es memoria materializada en capas arqueológicas y en sedimentos sociales; la ciudad es testimonio de continuidades y fracturas; de indicios, trazas y señales.

La ciudad, toda ella, es producto histórico. La ciudad, toda ella, es escenario de la vida grupal; escenario de sus tragedias y sus eventos cotidianos; de gestas épicas y de mezquinas actuaciones; de ternuras, horrores y esperanzas.

En definitiva, la ciudad es el escenario de la memoria y del imaginario colectivo.

En su devenir, las ciudades han generado sitios donde la memoria se ejercita y convoca a la reflexión. Ello puede traducirse en referencias más o menos explícitas a alegrías del pasado, o a episodios dramáticos de la historia lejana o reciente.

Las cicatrices que aún lastiman la conciencia social contemporánea, no han terminado de cerrarse. Quizás no lo hagan nunca. No por ello debemos concluir que la mirada memoriosa es una mera apelación a un tiempo inmovilizado y concluido; un férreo anclarse en el pasado. Más bien, se erige como oportunidad. Oportunidad de apoyar la construcción de una convivencia más tolerante, más plural y más respetuosa de la diversidad y de los derechos esenciales de la persona. Reiteramos aquí, una muy firme convicción: tanto a nivel personal como a nivel comunitario: no hay futuro sin memoria.

Pueden ser múltiples, por cierto, los caminos para ese rescate de la memoria: las indagaciones documentales, el cotejo testimonial, la obtención de indicios materiales de los hechos aberrantes que han mancillado la conciencia democrática de nuestro tiempo.

Otras sendas, menos direccionales, son las que han abierto todas aquellas búsquedas conducentes a mantener vivo el recuerdo; a asumir el compromiso cultural así como el compromiso cívico de soslayar la complicidad del olvido y enfrentar el ocultamiento de muchos episodios de un pasado signado por el oscurantismo autoritario.

A ese respecto, mucho valoramos los logros que han conseguido no pocos de nuestros creadores en el campo periodístico, literario, teatral, artístico, cinematográfico. Y también, en el urbanístico y en el arquitectónico.

Por otra parte, estamos convencidos que la dimensión ética de una propuesta, se sublima cuando su concreta materialización llega a alcanzar una formulación estética y espacial contundente.

Tal es el caso, creemos, de las dos obras aquí reseñadas.

MEMORIAL DEL HOLOCAUSTO
La infamante persecución y genocidio perpetrados por la barbarie nazi, indujo a la colectividad judía uruguaya y a las autoridades nacionales, a convocar, en 1992, al concurso del que resultó vencedor el equipo constituido por los arquitectos Gastón Boero, Fernando Fabiano y Sylvia Perossio, secundados por el paisajista Carlos Pellegrino.

Piedra, granito y horizonte son los componentes esenciales de esta obra, tal como se la percibe desde el paseo marítimo, allí donde linda con el “Parque de las Instrucciones del año XIII”, actual sede del Club de Golf del Uruguay.

Un muro de granito rosa de acotada altura, se extiende paralelo a la rambla, en una extensión de unos 120 metros, sólo interrumpido en su zona central, por un “hueco–ventana” que se abre al mar y muestra el desnivel existente entre el terraplén de acceso y el borde costero.

La aproximación al predio, permite vislumbrar un par de rieles metálicos que aluden, al camino sin retorno de los campos de exterminio. Esas vías sugieren el inicio del recorrido descendente, gracias a la rampa que se desliza tangencialmente al muro de contención que puede evocar al “muro de los lamentos”, de fuerte componente emblemática para el pueblo judío.

Se alcanza de este modo, el punto de ruptura que se constituye en foco “problemático” del monumento.

La textura de los planos de granito, fuertemente contrastante con la rusticidad de las rocas del lugar, así lo acredita. Así lo acredita también, la geometría angulosa del pavimento y de los muros que se apartan de la ortogonalidad y posibilitan el cambiante juego de luces y sombras arrojadas, de contenida dramaticidad.

Un par de estrechos puentes de madera inducen a traspasar este punto de incertidumbre y desconcierto hacia la “plaza de la meditación”, generoso espacio de sereno diálogo con los elementos naturales, de espaldas a la ciudad y su intenso flujo circulatorio.

Allí, varias estelas presentan inscripciones con textos bíblicos y de pensadores de origen judío. Una de ellas, que lleva la firma de Elie Wiesel (5), señala que “a la tristeza queremos que la acompañe la esperanza”.

Precisamente, invitándonos a elevarnos por sobre la tristeza y el desconcierto, un conjunto de gradas nos conduce, simbólicamente, hacia la recuperación de la esperanza y de la vida.

MEMORIAL DE LOS DETENIDOS DESAPARECIDOS
El primer acierto fue, a nuestro criterio, el de su específica localización definida por el gobierno municipal en consulta con los vecinos de Montevideo, optando por un área de prolongada tradición obrera y fuerte arraigo popular.

El parque Vaz Ferreira, situado en la ladera del Cerro, próximo a la playa, de cara a la bahía y enfrentando a la distancia, al puerto y a la Ciudad Vieja de la capital, constituye un enclave emblemático de valor paisajístico inusual.

Para tal enclave, la Intendencia Municipal de Montevideo y FEDEFAM (madres y familiares de uruguayos detenidos desaparecidos) convocaron en 1999, a un concurso abierto del que resultó triunfante el equipo encabezado por los arquitectos Martha Khoen y Ruben Otero (6).

La obra, apenas entrevista desde la faja costera, comienza a percibirse en forma paulatina a medida que el visitante transita por el sendero sinuoso y ascendente, jalonado lateralmente por postes lumínicos de altura acotada y sobrio diseño.

Serpenteando por el predio de arbolado profuso y ondulada topografía, el sendero da acceso al memorial emplazado en un amplio claro del bosque.

Ni énfasis expresivo ni desbordes formales. Por el contrario, extrema sencillez de planteo y singular contención en el manejo de sus elementos constitutivos.

Lo esencial de la idea: apenas un estrecho corredor a cielo abierto, flanqueado, hacia uno de sus lados, por un espacio rectangular delimitado por un sencillo murete de borde; el todo, procurando alcanzar la atmósfera de recogimiento y serena reflexión que la propia convocatoria del concurso sugería.

Aquel corredor está constituido por dos “muros” paralelos de igual longitud, confeccionados ambos, por dobles láminas de cristal sobre las que ha sido grabada la nómina, hasta ahora conocida, de los uruguayos víctimas de la dictadura. Para su lectura, debemos internarnos en el recinto así creado y comprobar que, mediante la simultaneidad de imágenes y diferenciadas focalizaciones visuales, cada uno de ellos sigue presente en nuestro “aquí” y en nuestro “ahora”. Sutil y contenida forma de interpelar a nuestra conciencia y “transparentar” la opacidad del oprobio.

Minimalismo geométrico que apuesta a la intensidad del mensaje en términos éticos y conceptuales.

En el espacio rectangular adyacente, se procedió a despojar el terreno de la capa superficial de suelo sedimentado, dejando aflorar la prístina conformación pétrea del lugar. Su densa coloración y su textura de agresiva rugosidad, definen un rotundo contraste con la volumetría elemental y la tersura superficial del corredor acristalado.

Ese alumbramiento del sustrato original, ese re-descubrir el soterrado basamento geológico, ese re-velar lo hasta ahora oculto, puede leerse como transfiguración metafórica de la búsqueda de la verdad acerca del dramático destino de los detenidos desaparecidos durante la barbarie autoritaria.

No es frecuente constatar –como en el caso de estas dos realizaciones– una tan consustanciada cohesión entre mensaje esencial, configuración plástica e inserción geográfica y natural.

Celebrémoslo.

Citas bibliográficas
1. Oscar Destouet (1959), profesor de historia y Subdirector de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura
2. Baal Shem Tov (1700 – 1769), teólogo fundador del Hasidismo, movimiento religioso, dentro del judaísmo, surgido en el siglo XVIII.
3. El 27 de junio de 1973 se produce el golpe de estado en el Uruguay, recuperándose la institucionalidad democrática el 15 de febrero de 1985.
4. Luis –“Perico” – Pérez Aguirre (1941 – 2001) sacerdote jesuita, adalid en la defensa de los derechos humanos.
5. Elie Wiesel (1928), escritor rumano, Premio Nobel de la Paz de 1986
6. El resto del equipo se integro con Diego López de Haro, Pablo Frontini, Rafael Dodera y Mario Sagradini.

Mariano Arana
• Arquitecto uruguayo egresado de la Facultad de Arquitectura de Montevideo (1961)
• Ex Profesor de Historia de la Arquitectura y Urbanismo Contemporáneos.
• Autor de numerosos trabajos de investigación y difusión sobre arquitectura y ciudad.
• Actividad académica en diversos países de América y Europa.
• Coordinador del Grupo de Estudios Urbanos en defensa del Patrimonio Arquitectónico, Urbanístico y Ambiental.
• Actividad profesional, fundamentalmente en el campo de la vivienda popular.
• Ex Senador de la República, Intendente de Montevideo (2 períodos) y Ministro de Vivienda, Territorio y Ambiente.
• Medalla de Oro de la Federación Panamericana de Asociaciones de Arquitectos (1999)
• Profesor Emérito de la Facultad de Arquitectura de Montevideo (2001)
• Profesor Honoris Causa de la Universidad de Ferrara (Italia, 2003)
• Profesor Honoris Causa de la Universidad de la República Oriental del Uruguay (2008)