The Spring Gallery Night es un evento que simultáneamente reúne a varias galerías del Fort Worth Dealers Association, donde el público puede visitar estudios de arte, tiendas especializadas del ramo, más de 20 galerías y algunos restaurantes que se unen a esta noche de arte y disfrute.
Esa noche estuve en un lugar especial, la Galería de Esculturas de Rebecca Low donde, entre otros artistas, exponía sus piezas Alejandro Borges, arquitecto venezolano que se encuentra como profesor invitado en la escuela de Arquitectura de UTA (Universidad de Texas en Arlington).
En el folleto que invita a ver su trabajo se podía tener una idea sobre lo que encontraría: la integración entre el arte y la arquitectura a través de objetos arquitectónicos, la exploración de la relación entre luz y sombra, silueta y proyección y también desde la perspectiva psicológica entre el orden y el caos, entre lo consciente y lo inconsiente, racional e irracional.
Encontré varias cosas más, estar frente al trabajo de Alejandro es especial. Si bien las piezas expresan de manera clara su intención y ésta se observa en múltiples dimensiones, es cautivador el aspecto lúdico y evocador del trabajo, así como la honestidad que se percibe en cada una de ellas. Ofrece al espectador desde la posibilidad de «jugar con el equilibrio», asomarnos en nuestro mundo, descubrir el ritmo o simplemente dejar que algo nos perturbe en esa manera de mirar por esa ventana que nos ofrece.
Una mención especial lo tiene la propia galería, ese espacio donde se exhiben las piezas contribuye de manera especial a crear la atmósfera necesaria para apreciar el trabajo del artista, es un lugar lleno de arte, donde los trabajos de varios expositores, incluyendo algunos de la dueña de la galería, están dispuestos entre las áreas de exhibición, jardines y el propio taller.
Cuando se puede percibir en el trabajo de un artista además de su intención este toque de autenticidad y genuino mensaje, pienso que es momento de parar y disfrutar. Eso fue lo que sucedió al ver el trabajo de Alejandro. Me quede allí, no hubo otras galerías esa noche.
Texto y fotografías: Marina Fernández