La Sociedad Venezolana de Arquitectos (SVA) es presentada al país el 4 de julio de 1945. Siete arquitectos fueron sus fundadores: Rafael Bergamín (1891-1970), Luis Eduardo Chataing (1906-1971), Cipriano Domínguez (1904-1995), Enrique García Maldonado (1905-1990), Heriberto González Méndez (1906-1992), Roberto Henríquez (1905-1990) y Carlos Raúl Villanueva (1900-1975). El acto de instalación de la nueva Sociedad tuvo lugar en la sede del Colegio de Ingenieros de Venezuela, una edificación proyectada por Chataing quien fuera uno de los miembros fundadores de la incipiente asociación profesional. Entre sus objetivos se trazó: “Dar impulso al estudio y desarrollo de la Arquitectura; cultivar la ética profesional; establecer vínculos de unión entre sus miembros y propender a la defensa y mejoramiento de la profesión”. Objetivos incluidos en el acta fundacional de la Sociedad Venezolana de Arquitectos.
Proponemos en estas líneas aproximarnos al tiempo de la arquitectura en los años fundacionales de la Sociedad Venezolana de Arquitectos y sus primeras actuaciones. En 1945 gobernaba al país Isaías Medina Angarita, quien a partir de 1941 había promovido un cambio radical a las propuestas adelantadas por Maurice Rotival para la construcción de la Avenida Bolívar. Contrariando el programa original del Plan Monumental de Caracas, se logra transformar la visión de un nuevo centro administrativo gubernamental planteándose el desarrollo de una urbanización de vivienda y comercio en el antiguo sector deprimido de El Silencio. Esta obra es realizada bajo la promoción del Banco Obrero y donde se somete para su diseño al primer concurso público de arquitectura realizado en Venezuela, el cual es ganado por el Arq. Carlos Raúl Villanueva ese mismo año.
La Reurbanización de El Silencio fue concebida como estrategia de saneamiento de una zona insalubre en el corazón de Caracas y se constituye desde su erección en el símbolo de la nueva ciudad emergente, siendo realizada en 37 meses. Es iniciada el 25 de julio de 1942 e inaugurada el 26 de agosto 1945 y en su realización se emplearon técnicas novedosas y se asumieron retos técnicos inéditos para la ingeniería venezolana, como fue su construcción sobre el embaulamiento de las quebradas Caroata y los Padrones. Este conjunto urbano representa para Latinoamérica el primer aporte propio de dotar de una escala moderna a la ciudad, compatible con su inserción edificada en la retícula heredada del periodo colonial, estableciendo la tipología del bloque perimetral que ocupa toda la manzana, reservando el corazón para patios de vida interior, tema alternativo al tradicional fraccionamiento perimetral de la retícula colonial. Una tipología que paradójicamente no tuvo continuidad en Caracas en los proyectos públicos de vivienda. Su danza armoniosa articulada con la ciudad que lo acoge hace de la Reurbanización de El Silencio un referente permanente de una arquitectura posible para rescatar tejidos urbanos degradados en Iberoamérica. A pesar de esta importante logro para la ciudad Isaías Medina Angarita es derrocado el 18 de Octubre de 1945 a poco menos de dos meses de la inauguración de la Reurbanización El Silencio.
Una vez inaugurado el conjunto de El Silencio se abre el debate técnico alrededor de las ideas de continuidad posible en el desarrollo de la avenida Bolívar y allí participan dos nuevas organizaciones profesionales: la Sociedad Venezolana de Arquitectos y la Comisión Nacional de Urbanismo la cual se crea el 10 de agosto de 1946, presidida por el ingeniero, arquitecto y urbanista Leopoldo Martínez Olavarría. Esta institución inicia la discusión profesional sobre la continuidad de la avenida Bolívar incorporando las opiniones de la recién creada Sociedad Venezolana de Arquitectos, fundada en 1945. En esos años se empieza a considerar la idea de construir un complejo multifuncional de oficinas y comercio: el futuro Centro Simón Bolívar y en una de las sesiones de la Sociedad Venezolana de Arquitectos se discute la estrategia para continuar la construcción de la Avenida Bolívar y se le pide a Carlos Raúl Villanueva su opinión y comentó: “creo que se debería desplazar una manzana hacia el este la construcción del Centro Simón Bolívar, esta acción permitiría preservar integralmente el Teatro Municipal y su plaza, un valioso patrimonio que se debe conservar”. Esta opinión de Villanueva, la cual transcribo del recuerdo, la leí en un libro de actas de la Sociedad Venezolana de Arquitectos, desde luego nunca fue considerada esta opción, aunque un descubrimiento cartográfico reciente honra la memoria de esa opinión de nuestro insigne arquitecto al proponer la preservación integral del Teatro Municipal y su entorno urbano, el cual fue afectado irreversiblemente en 1949.
Así, recientemente confirmamos la consideración de esta continuidad del eje de la Avenida Bolívar, respetando la manzana del Teatro Municipal y su plaza, al descubrir las ideas del maestro Villanueva patentizadas en el plano editado en 1946 por la Dirección de Cartografía Nacional donde se aprecian punteadas las nuevas edificaciones que deberían continuar la avenida Bolívar y donde se aprecia la conservación integral del Teatro Municipal y su plaza (ver detalle del plano de Cartografía Nacional de 1946). Cabría preguntarnos hoy: ¿Cómo sería la imagen de nuestro Centro Histórico si se hubiere honrado esta opinión de la Sociedad Venezolana de Arquitectos transmitida a la Comisión Nacional de Urbanismo por el maestro Carlos Raúl Villanueva?
Este trazado cartográfico que expresa la opinión de uno de nuestros arquitectos y del rol de las incipientes instituciones en la discusión sobre el desarrollo de la arquitectura, es solo una muestra de la importancia del debate profesional alrededor de los grandes temas que significan actuaciones importantes de la arquitectura en la ciudad, al margen de que se realicen o no, pues ello, y el tiempo así lo ha demostrado, es decisión de los políticos.
Arq. Martín J. Padrón
mpadronr@gmail.com
Interesante dato el de la opinión de Villanueva para preservar un patrimonio de la ciudad, el Teatro Municipal. Después de eso, en el correr de los años hasta hoy, hemos visto cómo arquitectos han sido causantes directos o han aceptado las directrices de sus «clientes», de la desaparición de otros hitos patrimoniales para sustituirlos por sus creaciones. Lamentable es hacer arquitectura borrando nuestra memoria urbana.
Imaginemos a Centro Simón Bolívar integrado al Teatro Municipal y sus alrededores, y así muchos otros desarrollos preservando las arquitecturas y espacios públicos existentes… Donde lo nuevo respeta, resalta y valora lo anterior… Repensemos radicalmente nuestro rol y fortalezas para detener la paulatina y contundente destrucción del patrimonio urbano de Caracas y todas nuestras ciudades.