Desarrollar nuestra vida, tomando como base que ningún recurso es infinito, que nuestro paso por la Tierra es fugaz y debemos promover el consumo racional de recursos, preservando el Planeta; es practicar la filosofía de la sostenibilidad.
Hemos notado, mientras investigábamos un poco acerca del tema que no reúne; la relación innegable entre sociedad, altos niveles de desarrollo cultural y su sostenibilidad. Es decir, a mayor educación, incentivos y consciencia ciudadana; encontramos comunidades organizadas, ecológicas y viviendo un presente sano, con tendencia constante al aprovechamiento sensato y respetuoso de cualquier recurso; resguardando el derecho a la viabilidad de la Vida de las generaciones futuras.
Sin embargo, lamentablemente, con menores niveles de educación e indiferencia por la Vida armónica, entendida como concepto universal, ecológico y no individual; se evidencia un aprovechamiento hostil, egoísta y muy tóxico de los recursos.
La transitoriedad, finitud y fugacidad de nuestra existencia es orgullosa e indolente ante la incomprensión de su cortísima temporalidad. Dañamos en muy poco tiempo lo que a la Tierra llevó millones de años construir para nuestro bienestar y lo hacemos bajo la inadecuada creencia de la “comodidad”, “el progreso” y el “desarrollo”.
Existen métodos eficientes destinados a reducir costos en todos los sentidos. Reciclar, aprovechar el clima, las ventajas constructivas, térmicas y de conductibilidad de cientos de materiales naturales y artificiales; aunque principalmente tiene un origen económico, nos va acercando a la clarísima esencia de nuestra propia supervivencia. Mientras menos impacto al medioambiente, mas vida, mas tiempo ganamos.
Los inmuebles donde se simplifica el lapso de construcción; se aprovechan al máximo los recursos, disminuyendo el consumo residual de electricidad, agua, alteración del suelo, manejo de los desechos y aplicación de materiales no contaminantes, serán la tendencia obligatoria en el porvenir inmediato. Si queremos sobrevivir, como consumidores, tenemos que exigirlo.
Arquitectos, constructores e ingenieros deberán inventar tecnologías, facilitando la cohesión entre las culturas y el medioambiente para alcanzar niveles satisfactorios en la calidad de vida presente, sin afectar la futura. Es ésta la visión inmobiliaria de la sostenibilidad.
Metal o concreto; madera o compuestos; vidrio o sintéticos; energía solar, hídrica, de combustibles fósiles, nuclear, sangre o eólica, entre muchas fórmulas y sus infinitas combinaciones. Unas deberán incentivarse y otras desecharse… Antes que la conquista del océano o el espacio sideral para garantizar nuestra existencia; debemos corregir nuestro rumbo y restaurar a éste abusado hábitat, aplicando conocimiento en la configuración de sistemas de edificación y funcionalidad lógicamente naturales e inherentes a la existencia humana misma.
Mi muy personal criterio es la lógica de la preservación de lo que tenemos; el rescate de los daños causados dentro del fanatismo de la artificialidad e implantar una consciencia de consumo para el desarrollo de viviendas que, desde el despertar, nos permitan redescubrir la esencia misma del ser humano en equilibrio con su propia naturaleza interior y exterior.
César García Urbano Taylor
Abogado. Universidad Católica Andrés Bello (1999). Corredor Certificado por la Cámara Inmobiliaria de Venezuela (2000-2001). Especialización en Derecho Corporativo. Universidad Metropolitana (2007). Diplomado en Historia de Venezuela, UNIMET (2009). Diplomado en Estudios Latinoamericanos, UNIMET (2010). Diplomado en Dirección de Empresas Constructoras e Inmobiliarias UCAB (2009-2010). Maestría en Gerencia, Dirección y Gestión de Empresas Constructoras e Inmobiliarias. Universidad Politécnica de Madrid. Mención Sobresaliente (2009-2010).
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