Carlos Lamela, arquitecto en esencia

Entrevista realizada por Jhoarís Velásquez.

De pequeños los niños fantasean con que al crecer serán pilotos, astronautas o bomberos. Carlos Lamela, desde que tuvo uso de razón, sabía que sería arquitecto.

Madrileño de pura cepa, Carlos Lamela nació en la Maternidad de O’Donnell en la capital española en el año 1957, y la mayor parte de su niñez curiosamente transcurrió en esta calle donde años más tarde, estaría el estudio de arquitectura que fundó su padre y que continuó siendo la sede hasta 2008, año en que se trasladó a un nuevo edificio (construido por él mismo años más tarde), espacio al que bautizaron con el apellido familiar: Lamela.

Acompañaba desde pequeño a su padre, el también arquitecto Antonio Lamela, a las obras que realizaba. Recuerda como disfrutaba de estos paseos junto a su progenitor, recorridos que poco a poco le hicieron enamorarse de este mundo.

Lamela considera que su incursión en la arquitectura fue puramente vocacional, siempre le cautivó la historia del arte y le encantaba dibujar. A los doce años sus padres le enviaron a estudiar idiomas a Francia, Suiza e Inglaterra, y la vida en los colegios veraniegos le marcó en su posterior trayectoria personal y profesional.

Empezó la carrera de Arquitectura desde muy joven, pues aún no había cumplido los diecisiete años.

¿Recuerda a algún profesor de la universidad que lo haya motivado o le haya dejado una enseñanza?
R: Tuve muchos profesores buenos, la mayoría, pero en la asignatura de Proyectos hice todos los cursos con Alfonso Casares, gran arquitecto y profesor, así como gran persona. Hoy tengo la fortuna de seguir manteniendo una magnífica relación con él e incluso colaboramos profesionalmente.

¿Cuál es la principal fuente de inspiración para cada una de sus obras?
R: En el desarrollo profesional del trabajo de arquitecto hoy, la inspiración es un concepto ambiguo. La Arquitectura, como todos sabemos, es una mezcla de arte y técnica; pero en la actualidad es algo mucho más complejo, pues se trata esencialmente de servir a un cliente y también de dar respuesta a necesidades económicas y sociales.

Hoy, al menos en los proyectos que nosotros hacemos, se trabaja en equipo, con una presión muy fuerte por los plazos y los procesos de gestión y las tramitaciones, por lo que más que inspiraciones, existen procesos coordinados donde se ponen en común las ideas y se toman decisiones continuamente.

¿Hay alguno de los proyectos cuyo trabajo recuerde por alguna circunstancia?
R: Dentro de los proyectos que hemos realizado, recuerdo los más representativos por su responsabilidad, como la T4 del Aeropuerto de Madrid-Barajas, las dos nuevas terminales del aeropuerto de Varsovia, Torres Colón, etc., pero recuerdo con especial cariño la reforma y ampliación del Estadio Santiago Bernabéu.

Yo era aún muy joven; fue el primer proyecto importante que llevé personalmente, el primero en el que me dejó mi padre esta inmensa responsabilidad. Finalizaba una época de crisis en España y éramos muy pocos en el Estudio después de una gran reconversión.

Yo me dibujé a lápiz el proyecto, acompañado tan solo de un proyectista de gran experiencia, y la obra prácticamente la llevamos entre dos personas. Era otra época, pero fue muy gratificante. Hoy se necesitaría un equipo de diez o quince arquitectos para la misma misión.

¿Cuál es el proyecto profesional más importante al que se ha enfrentado?.
R: Sin duda el reto profesional más importante que ha tenido nuestro Estudio en su trayectoria profesional ha sido el proyecto de la T4 de Madrid-Barajas. Ganamos el concurso con nuestros socios y amigos de Richard Rogers, y en aquel momento, 1997, no éramos conscientes de la responsabilidad que íbamos a adquirir.

Cuando se finalizó era la mayor obra de arquitectura construida en el mundo de una sola vez por tamaño, y también de gran complejidad técnica. Entre el proyecto y la supervisión de los trabajos fueron diez años apasionantes en los que tuvimos la suerte de contar con los mejores profesionales de la ingeniería y de la construcción que había en su momento en España.

T4-Barajas

La obra de la T4 de Barajas fue un éxito a nivel mundial y fue acreedora de numerosos premios muy importantes. Todos ellos son los que más satisfacción nos han dado. Es el éxito de un verdadero trabajo en equipo y también fue gran escuela de otros profesionales con los que tuvimos la suerte de colaborar. Carlos Lamela. 

¿Cuál sería su consejo para aquellos que se quieren incursionar en el mundo de la arquitectura?
R: Yo personalmente he vivido grandes cambios en la profesión. Es cierto que ya llevo 35 años como profesional, que es mucho, pero he visto pasar del papel y el lápiz a proyectar directamente con ordenador en tres dimensiones, y me doy cuenta a veces cuando pienso en mis inicios, de lo diferente que era todo. Sin embargo, hace treinta años se hacían edificios igualmente buenos o mejores que hoy en día, con mejor construcción que hoy en muchos casos, y en el mismo plazo de tiempo.

A los nuevos aspirantes a arquitectos les diría que tengan la mente abierta, el pasaporte preparado y que aprendan idiomas, por lo menos dos. Hoy el inglés ya no lo consideraría un idioma a aprender, doy por hecho que debe hablarse igual o mejor que el idioma materno.

Los arquitectos del futuro deberán ser profesionales muy formados, con gran vocación y flexibilidad, y con una mentalidad necesariamente universal y poliédrica.

Solo así podremos competir para la mayoría de los puestos de trabajo con los ingenieros y otras profesiones de altas prestaciones.

 

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Entrevista realizada de forma exclusiva a Carlos Lamela por el equipo de prensa de Total Office España.