La vivienda se resuelve en una sola planta con una única cubierta a tres aguas que sirve tanto para la parte cerrada como para los espacios exteriores abiertos, incluido el garaje. Esta decisión de partida permite reducir la escala de la pieza ajustando la altura de las fachadas.
El garaje se dispone en la parte más cercana al límite de acceso a la parcela, unos cincuenta centímetros por encima de la cota del resto de la casa adaptándose a la topografía original, minimizando, de esta forma, las necesidades de acondicionamiento del terreno para acceso rodado y contribuyendo a la privacidad de las zonas más domésticas.
El programa se organiza con todas las estancias en torno a una principal que sirve de estar-comedor y cuenta con la posibilidad de ampliarse abriéndose por completo a un porche (sureste) flanqueado, también, por la cocina. En el interior, las variaciones en altura y la forma en la que se establecen las relaciones entre los diferentes espacios contribuyen a una mayor sensación de amplitud. Los gestos en planta responden a la búsqueda de la mejor orientación para cada una de las estancias primando las vistas sobre el valle y el bosque cercano.
El resultado es un único volumen bajo, compacto y anclado al terreno que, desde un punto de vista compositivo, juega con recursos comunes en las construcciones tradicionales (cerramientos pesados con textura rugosa que contrastan con paños de cierre ligero de entablado y carpintería de madera), y desde el punto de vista estructural se resuelve con un sencillo sistema de muros de carga y un armazón de cubierta de madera.
Las referencias a la arquitectura tradicional no son literales, sino que se traducen en soluciones que son fruto de una actitud respetuosa con el medio y las preexistencias de la zona.
Proyecto: Arrokabe Arquitectos
Fotografías: Luis Diaz Diaz