La presente propuesta es una escultura con dos características fundamentales en su concepción: la parte artística, netamente plástica o estética y la parte espiritual, es decir el tema de la fe.
Consiste en una mano de concreto de 7.50 m de altura, 2.80 m de ancho y 0.55 m de profundidad, vaciada en bruto, dejando ver la textura tosca del encofrado, para llegar a una simpleza extrema y que el elemento escultórico pierda cualquier atributo propio de un objeto religioso. Dicha escultura posee un vano circular en la muñeca, cuyas caras internas son de color rojo para simbolizar la sangre de las heridas sufridas por el Señor Jesucristo, causadas por los clavos introducidos para sujetarle al patíbulo (en latín) o madero horizontal, propio de las cruces usadas por el imperio romano para realizar sus ejecuciones. Diversas talladuras representan de manera esquemática las características más evidentes de la mano humana.
A través de la historia, se ha pensado que los clavos fueron introducidos en la palma, pero durante el siglo XX, muchos estudios sostienen que fue en las muñecas, precisamente entre el cúbito y el radio, sin romper los huesos del Señor Jesucristo, como lo aseguran los evangelios: “Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo” Juan 19:36, y de igual manera en el Antiguo Testamento: “El guarda todos sus huesos; ni uno de ellos será quebrantado” Salmo 34:20. Es importante acotar que la palabra “mano” en griego “χεíρ” abarca desde el brazo hasta la mano, y puede ser usada para muñeca, por tanto pudiera tratarse de un asunto gramatical, teniendo en cuenta que Hechos 12:7 narra que las cadenas de Pedro cayeron de sus manos, cuando seguro debieron estar colocadas en sus muñecas; esto demuestra que el uso semántico de χεíρ es muy amplio.
La razón del vano no pretende afirmar que los clavos atravesaron las muñecas en lugar de la palma, sino crear un elemento artístico distinto a lo tradicional, diferente en cuanto a su espíritu, ya que no se busca la representación de la mano de Jesucristo, sino una síntesis plástica de las heridas acontecidas en la crucifixión. El punto central es crear un símbolo cristiano, mediante recursos propios del arte plástico, una combinación de un sólido, un vano y color, resultando una representación abstracta de una herida verídica, tal como lo menciona y afirma después de resucitar el mismo Señor Jesucristo en su Palabra: “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” Juan 20:27.
A medida que el diseño de la pieza escultórica tomaba la forma deseada, paralelamente se proyectó un espacio que sirviera para albergar una cierta cantidad de personas, reuniéndose para escuchar prédicas y/o realizar estudios bíblicos. Este lugar rodeado de vegetación gira en torno a la escultura y es una especie de anfiteatro que se hunde 2.50 m, siendo una mitad las gradas y el resto de la circunferencia una rampa peatonal y escaleras, mientras que abajo se encuentra la escultura (rodeada detrás por un espejo de agua), donde también se ubicará el predicador.
Ficha Técnica
Arquitectura: Arq. Leonardo Pérez Guedez
Proyecto: 2009
Construcción: Por construir
Área: Mínimo 2.000 m2
Ubicación: A proponer por el cliente (intervención artística-urbana)
Proyecto publicado en la revista entre rayas No. 87, meses enero-febrero 2011.
Excelente proyecto. Hay que proponer muchos mas espacios publicos como éste para invitar al ciudadano a reflexionar y meditar, esto permitira una sociedad mas saludable…