«En su libro “Building the New World”, Valerie Fraser dijo que comparar las Ciudades Universitarias de Mexico y Caracas resultaba una tarea fascinante. Yo creo que es verdad y pienso además que ambos proyectos representan la fértil diversidad de la arquitectura latinoamericana de ese período.
Si prestamos atención al contrapunto de imágenes que se suceden en los dos monitores de esta sala, comprenderemos fácilmente algunas de sus diferencias fundamentales sin necesidad de mediar ninguna palabra. De alguna forma el MoMA ha hecho por nosotros parte del trabajo.
Existen semejanzas y diferencias entre estos dos campus contemporáneos, la diferencia más obvia es de tamaño. La Ciudad Universitaria de Mexico fue concebida para veinticinco mil estudiantes, mientras que la de Caracas estaría destinada a tan solo cinco mil. Por su extensión, el proyecto de la Ciudad Universitaria de Mexico fue contratado a múltiples oficinas particulares de arquitectos y las obras de los distintos edificios se realizaron de forma casi simultánea.
En el caso de la Ciudad Universitaria de Caracas, la obra en su totalidad, (urbanismo, arquitectura y proyecto de síntesis de las artes) estuvo bajo la conducción de un solo arquitecto, Carlos Raúl Villanueva. Es importante aclarar además que Villanueva no tuvo nunca una oficina profesional particular, siempre trabajó directamente en distintos organismos del Estado Venezolano; el Ministerio de Obras Públicas, el Banco Obrero y el Instituto de la Ciudad Universitaria. Lo descomunal de esta tarea implicó que el campus de Caracas se construyera de forma dilatada en el tiempo, y esto permitió a Villanueva ir madurando las ideas e ir transformando el proyecto de su concepción original. Mi padre siempre decía que algo que no se mueve ni se transforma es porque está muerto, y para él la arquitectura es cosustancial a la vida. Debo advertirles además, que ninguna información de la que tenemos aquí, bien sean planos, fotografías o videos, pueden darles una cercana visión de lo que realmente es la Ciudad Universitaria de Caracas, cosa que sucede además con todas las obras de Villanueva. Para comprenderlas verdaderamente hay que estar dentro, recorrerlas, vivirlas. Porque es en el espacio interno, en el espacio vivido y gozado por los hombres donde Villanueva puso todos los acentos.
Pero yo no me dirijo a ustedes hoy aquí solamente como arquitecto, debo hablarles en mi condición de hija de Carlos Raúl Villanueva. Yo soy parte de esta historia, así que tomé el partido singular de contarles a ustedes esta noche una historia.
En 1951, gracias a su amigo José Luis Sert, Villanueva conoce a Alexander Calder en Roxbury. Villanueva presenta a Calder su proyecto para la Ciudad Universitaria. Calder se asombra por lo ambicioso del proyecto y le dice a Villanueva que solo un diablo podría llevar adelante algo de tal naturaleza. Tan solo cuatro años más tarde, en su primera y única visita a Venezuela, Calder entra en el Aula Magna ya construida, se sienta y le dice a mi padre: “Carlos se mueve”. En su corta estadía en el país, Calder realiza en los Talleres de la Escuela Técnica Industrial dos obras para la Facultad de Arquitectura y realiza para Villanueva la Silla del Diablo, porque a partir de ese momento mi padre fue Carlos El Diablo para Sandy Calder.
Para terminar solo deseo expresar mi convicción de que la Ciudad Universitaria de Caracas aun hoy, transcurridos mas de sesenta años, no es nuestro pasado, continua siendo nuestro futuro y es al día de hoy, aunque resulte paradójico decirlo, una de las Utopías Construidas mas hermosas de la arquitectura del Siglo XX».
Palabras de la Arq. Paulina Villanueva en el Scholars’ Day, realizado el 26 de marzo de 2015 en el MoMA a propósito de la exposición Latin America in Construction: Architecture 1955-1980.
Publicado inicialmente en el facebook de la Arq. Paulina Villanueva.
Fotografías: tomadas de Google