La luz indeleble de Armando Reverón

La luz y su misterio indescifrable la captó de manera magistral el maestro Armando Reverón (Caracas, Venezuela, 10 de mayo de 1889 / 8 de septiembre de 1954), este mes evocaremos de manera especial a este icono de la plástica Premio Nacional de Pintura 1953, siendo que en tributo a la memoria del natalicio de este emblemático pintor se celebra cada 10 de mayo en Venezuela El día del artista plástico.

Realmente su manera de captar la luz asombró y asombra. La luz siempre fue una preocupación esencial en su obra. Sin duda, por ello se le dice el Maestro de la luz. El mismo Reverón se refirió a ella de muchas formas, es el caso que en una ocasión dijo: “¡Qué cosa tan seria es la luz¡ ¿Cómo podemos conquistarla? Yo lo he intentado y esa ha sido mi lucha”. También llegó a decir: “Cuando pinto no puedo despegar los colores de la luz” y “La pintura es la verdad; pero la luz ciega, vuelve loco, atormenta, porque uno no puede ver la luz”.

El testimonio del maestro Julián Padrón, registrado en el libro Reverón, Voces y Demonios del polifacético Juan Calzadilla, indica que Reverón, antes de pintar, se quedaba un buen tiempo comunicándose con su ser interno, en una suerte de ceremonia. Así lo indica la referida cita: Reverón se ataviaba “con su guayuco de cañamazo…, se queda descalzo… saca dos palitos, forrados en cañamazo y se los atornilla en los conductos auditivos para poder concentrarse en su mundo interior. Se acuesta boca arriba, con las piernas encogidas y las manos por debajo de la cabeza…Después se levanta, desenvuelve los pinceles y los tubos de pintura…”.

Hurgar en la vida de Reverón y en toda la magia que lo rodeó como El Castillete, su templo particular; su compañera de vida Juanita Ríos; sus animalitos como el inseparable mono Pancho; sus anécdotas; técnica, colores, pintura así como en toda su obra obliga a revisar el texto Reverón, Voces y Demonios, en dicho texto, el maestro Calzadilla aparte de ofrecer una completa cronología, compila muchos testimonios como el de notables y afectas personas al entorno de Reverón, es el caso de Padrón, Rafael Monasterios; Margot Benacerraf; Emilio Santana; Mateo Manaure; Vicente Gerbasi; Pedro Ángel González; Juanita; Alejo Carpentier y Nicolás Ferdinandov, entre otros.

En los testimonios acopiados en Reverón, Voces y Demonios figuran múltiples anécdotas, entre ellas cómo éste conoció al amor de su vida: Juanita. Fue en los carnavales de 1919, ella estaba disfrazada de dominó y él como una especie de murciélago que al abrir las alas era una suerte de esqueleto, como la muerte, así lo narró Juanita: “y él se reía y andaba brincando en su carreta”.

A propósito de los 125 años de la conmemoración del natalicio de Reverón, el maestro Calzadilla ofrece una semblanza de éste hito de nuestra plástica diciendo: “Reverón fue el más auténtico y original de los pintores que militaron en la famosa agrupación conocida como el Círculo de Bellas Artes (1912-1920)», a lo que agrega “encarnó en su tiempo al artista rebelde en obra y acción. De acuerdo con esto, su pintura tiende desde sus inicios a romper todo vínculo con la tradición del paisaje vernáculo, tal como llegó a practicarlo el resto de su generación y la generación siguiente. Ruptura que corre pareja con una profunda voluntad de aislamiento, sin la que no se explica la intensidad y variedad de su obra, a través de sus principales etapas”.

A su juicio, “estamos ante un artista en quien la vida resultó tan significativa como la obra que ella ilumina y explica más allá de una simple correspondencia documental y afectiva. Sin embargo, por estilo pictórico, Reverón es un pintor figurativo dentro de la tradición impresionista. No se propuso innovar sino ser auténtico a carta cabal, incluso arriesgando en ello su salud y la vida.”

Maja-Armando-Reveron

Armando Reverón
A continuación citamos textualmente la referencia biográfica del maestro Reverón, hecha por otro artífice de nuestra plástica Juan Calzadilla:

Fue alumno aprovechado de la Academia de Caracas, donde estudió con Herrera Toro entre 1908 y 1911. Egresado de ésta, marchó a España para estudiar en las escuelas de Barcelona y Madrid, allí fue atraído por la obra de Goya, Velázquez y El Greco. Influencia cultista que no es mayor que la que recibe de la cultura popular española y posteriormente de la que le transmite su convivencia, en el litoral central, con las comunidad de pescadores y campesinos de que se rodea a lo largo de los 35 años que vivió en Macuto, su residencia definitiva y última (falleció en 1954).

En 1921 tomó una extraña determinación: aislarse, construir un mundo aparte, lejos de la civilización, suerte de castillo en el cual, como el personaje Brand en el drama de Ibsen, pudiera bastarse a sí mismo. Quería echar las bases, como él mismo dijera, de “una pintura auténticamente nacional”. Reverón levantó lo que se conoció como el Castillete, híbrido de choza indígena y fortín español utilizando piedra, cal, sizal y madera de cocoteras, para hacerse de muros rústicos y de un ambiente de palmas y recios espacios interiores. Reverón conquistó el reino de la libertad. ¿Para qué? Para dedicarle todo su esfuerzo a su país. Y no sólo para pintar. No. Arte es la totalidad de la acción que se enmarca entre la vida, la realidad y la imaginación. Actor, chamán, encantador de muñecas de trapo, ecologista y creador de un universo de objetos insólitos, histrión de aguda invectiva que gustaba de bromas para molestar a sus visitantes. Pero ante todo un gran pintor, según entendidos e investigadores que le han consagrado la fortuna crítica más grande de que goza artista plástico alguno de Venezuela. El más original, sino el más completo entre los creadores del arte moderno de Venezuela. Reverón es el símbolo de nuestra creatividad, tal como lo demuestra el hecho de que la fecha de su nacimiento (un 10 de mayo) haya sido consagrada para celebrar el día del artista plástico nacional. (FIN/ IARTES/ Teresa Quilez)

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