Entrevista a Areti Markopoulou, directora académica del programa de másters del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya (IAAC), y Tomás Díez, director del Fab Lab Barcelona
Nada volverá a ser como antes. Ésta es una de las consignas que el sector de la construcción asume para su recuperación. ¿Qué papel juegan la innovación y las nuevas tecnologías en este nuevo escenario?
Tomás Díez: Nunca nada vuelve a ser igual después de una crisis. Nuestro modelo de industrialización, que se está quedando obsoleto, tiene tan sólo unos 150 años, pero parece que ya estamos a las puertas de un cambio de este modelo productivo gracias a la introducción de la fabricación digital, que permite que no sea necesario tener una gran fábrica para producir una misma cosa muchas veces, sino que puede insertar in situ, en la ciudad, centros de producción bajo demanda. Tanto la explosión del mundo de la fabricación digital, como una nueva forma de relacionarnos y de trabajar para traducir información en objetos físicos están abriendo las puertas a otro gran cambio, igual que en los últimos 500 años los cambios tecnológico han modelado nuestros sistemas social, político, económico e incluso ambiental. Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva realidad, determinada por los flujos de información y su influencia en el espacio urbano y arquitectónico en el que vivimos.
Areti Markopoulou: La arquitectura ya no es un proceso de construcción tradicional tal y como lo entendíamos hasta ahora, sino que toca a muchas disciplinas y como siempre está muy relacionada con las tecnologías de producción y de comunicación. Además, un período de crisis económica y ambiental supone nuevos desafíos, nuevas preguntas sobre las herramientas que deberíamos tener para diseñar y construir de forma más sostenible, eficiente e inteligente.
La fabricación digital nos ha permitido durante los últimos años realizar formas complejas y diseños que antes no se podían sostener, pero ahora es el momento de empezar a pensar en cómo utilizarla de una manera más eficiente y sostenible, más inteligente en relación al ambiente y los usuarios, utilizando materiales y tecnología avanzados. Y todos los agentes implicados en el mundo de la construcción debemos entender los beneficios de trabajar en grupos multidisciplinares.
¿De qué manera puede ser determinante ese flujo de información para un sector como el de la construcción?
Tomás Díez: Existe una dimensión que va más allá de las tecnologías de fabricación y de producción digital que es el uso de estos flujos de información para organizar y reinterpretar nuestra visión de cómo funciona la ciudad. En este sentido, las plataformas digitales pueden contribuir en gran manera a reorganizar el espacio urbano de acuerdo a las demandas de los usuarios. Entramos así en el campo de la economía colaborativa y de la reflexión sobre las formas de gobernanza y participación ciudadana. Estamos en un momento de inflexión, de transición hacia algo nuevo.
Areti Markopoulou: Todos estos cambios requieren un dinamismo y una flexibilidad de los espacios, que puedan cambiar de función o incluso de volumen, o que sean efímeros. Los cambios influyen no solo en la forma en que construimos, sino en cómo habitamos las ciudades, los edificios, el espacio público.
¿Las tecnologías están en disposición de dar respuesta a todas estas nuevas necesidades?
Tomás Díez: Estas tecnologías aún no son totalmente transversales, pero ya existen ejemplos claros y de dimensión, por ejemplo de cómo puedes formar parte de una plataforma global y distribuida de construcción desde tu propia casa con una impresora 3D. Hoy en día una ciudad puede utilizar la tecnología para generar sus propios recursos y de forma muy inmediata
Areti Markopoulou: Somos arquitectos, pero estamos estudiando cómo construir nuestros propios robots para construir un edificio. Se trata de identificar cuáles son las nuevas herramientas que necesitamos y desarrollarlas.
¿Cuáles son las líneas de innovación más avanzadas actualmente?
Tomás Díez: Una de las más importantes tiene que ver con las nuevas formas de fabricación tecnológica, sobre todo a partir de la impresión 3D y los materiales inteligentes, que contienen información en si mismos. La tecnología de impresión 3D es la más nueva dentro de la producción digital y la que atrae más, pero hay otros procesos como la fabricación robótica que marcarán el cambio en el mundo de la construcción. Por otra parte, el futuro de la fabricación está en los materiales inteligentes. Dejaremos de utilizar máquinas y vamos a introducir programas de materiales que permitirán que las cosas se autoconstruyan. Cultivaremos objetos.
Por otra parte, también se trabaja en un cambio social muy significativo, que persigue involucrar a la sociedad en el proceso constructivo. En este sentido en Barcelona se está llevando a cabo una experiencia pionera de desarrollo de una nueva infraestructura para que el ciudadano tenga acceso a herramientas de fabricación digital.
Areti Markopoulou: Más allá de la materialidad hay otra línea de trabajo importante que tiene que ver con transformar espacios y definir visiones a través de la interacción entre humano y maquina o dispositivo tecnológico. Se trata de la realidad aumentada, con la que se puedan mezclar elementos virtuales con entornos reales. Esto ofrece la potencialidad de crear espacios inmateriales y contenidos programados para que el usuario se vea inmerso en realidades mixtas y personalizadas en tiempo real.
¿Existe diálogo entre el mundo académico y el empresarial en este ámbito innovador?
Areti Markopoulou: Los centros académicos cobran gran relevancia en un momento de cambio como éste, porque es donde se generan buena parte de las ideas y primeros desarrollos. Sin embargo, también se constata como las empresas cada vez quieren estar más cerca del mundo académico. La industria aporta el know-how en aspectos de viabilidad, de conocimiento del mercado que a veces nos ayudan a poner los pies en el suelo.
¿Existe un conocimiento suficiente entre los ciudadanos sobre las posibilidades y aplicaciones de estas nuevas tecnologías?
Tomás Díez: La impresión 3D, por ejemplo, existe desde hace unos 30 años y se ha popularizado hace muy poco. Desde el Fab Lab hemos visto el crecimiento del interés por esta tecnología en estos últimos años entre todos los sectores de la sociedad. Por otra parte hay una realidad demoledora que es la progresiva introducción del estudio de estas tecnologías en los currículos educativos, con niños aprendiendo a programar desde la escuela y aprendiendo a manejar volúmenes y luego imprimirlos. Hasta hace poco esto es algo que pasaba solo en Estados Unidos o Reino Unido, pero ya se está implementando en escuelas de Catalunya.
¿Estas tecnologías estarán completamente presentes en el día a día de la construcción y todos sus agentes a corto plazo?
Tomás Díez: Hemos asumido la computación y la comunicación en tiempo real como algo natural en nuestras vidas. Pensamos que, de la misma forma, con las tecnologías de fabricación digital viviremos ese mismo proceso. En algún momento algunas cosas se deberán comprar, pero cada vez serán más las que se puedan producir. Esto abre una nueva dimensión económica, social, política, cultural.
Areti Markopoulou: Hasta hace unos años dibujábamos, luego empezamos a utilizar tecnologías CAD y dentro de muy poco escribiremos código y programaremos materiales, y eso contribuirá a que tengamos unos espacios más responsivos, dinámicos y eficientes. En cualquier caso, es muy importante que la sociedad tenga las herramientas para valorar de forma crítica el uso de estas nuevas tecnologías y para que sea participe de todo el proceso y no una mera observador. Esto derivará en clientes mucho más exigentes del sector de la construcción.
Fuente:
http://www.construmat.com/es/news/-/noticias/detalle/4436298/news_2_entrevista
23 de noviembre de 2014