INTRODUCCIÓN
Hace sesenta años, en este mismo lugar, generosamente dispuesto por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana para la realización de este solemne acto, ubicado en un entorno simbólico del Distrito Metropolitano de Quito, para la entonces naciente arquitectura moderna; un joven arquitecto repasaba las ideas y afinaba los trazos de su trabajo académico final que, por coyunturales situaciones históricas, enlazadas al talento descubierto por sus maestros, debía transformarse en su opera prima. Este edificio era una de las decisivas oportunidades del Estado ecuatoriano para transmitir, a través de una nueva arquitectura, el mensaje pujante de modernidad que se propuso emitir al mundo en calidad de anfitrión de la aplazada Undécima Conferencia Interamericana prevista para 1961.
Este ministerio y esta ciudad, esta noche representados por sus autoridades, el Canciller de la República del Ecuador y el Alcalde del Distrito Metropolitano de Quito, constituyen el inicio de la larga y brillante carrera de aquel arquitecto, devenido en señera figura de la arquitectura moderna ecuatoriana y latinoamericana, con indudable repercusión global: Milton Barragán Dumet.
Gracias a la confianza del Instituto Metropolitano de Patrimonio del Distrito Metropolitano de Quito, en clara coincidencia con sus políticas de catalogación, preservación y potenciación del patrimonio, se inició en 2015 el proyecto que tenía la finalidad de lograr la publicación que se presenta en esta ocasión, en la firme intención de continuar, con mayor vigor, los intentos de incluir a la arquitectura moderna dentro del acervo patrimonial de la ciudad y del país.
Desde la dirección del Instituto, bajo el comprometido liderazgo la arquitecta Angélica Arias Benavides, se trazaron entonces las pautas particulares que el libro debía cumplir para apoyar este propósito institucional, basadas en la línea editorial institucional, y acentuadas por la celebración, en fecha reciente, de los 40 años de la Declaración de Quito como Patrimonio de la Humanidad.
CONTENIDO DEL LIBRO
La publicación se compone de cuatro partes. La primera parte del libro, que define la visión institucional del Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, con la presentación, a cargo del Alcalde, y la introducción a cargo de la Directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio.
La presentación señala que “la declaración de nuestra ciudad como Patrimonio de la Humanidad, realizada por la UNESCO en 1978, hace exactamente cuarenta años, ha inspirado una postura institucional y una conducta ciudadana que han buscado poner a la ciudad a la altura de este honroso reconocimiento mundial. Desde entonces, se ha intervenido especialmente su Centro Histórico, principal atributo patrimonial”, sin embargo, advierte que “ya resulta oportuno y pertinente que la ciudad extienda los ámbitos de reconocimiento, protección y cuidado de los bienes patrimoniales más recientes, y específicamente el legado por la arquitectura moderna”. Por tanto, “en relación a esta naciente inquietud institucional, es un verdadero privilegio presentar esta magnífica publicación que resulta de un prolijo recuento de la obra más representativa de uno de los arquitectos más emblemáticos y prolíficos de la arquitectura moderna ecuatoriana: MILTON BARRAGÁN DUMET”.
En la introducción, a cargo de la Directora del Instituto, se señala que “el nacimiento de la modernidad en Quito generó una (re)evolución en la identidad y comportamiento de los quiteños y marcó el inicio de los procesos de generación de identidades globales basadas en una fuerte identidad local… La arquitectura de Milton Barragán Dumet, reconocida en especial por su fuerte arraigo a la corriente estética brutalista, destaca por su plástica escultórica, su monumentalidad, y una fuerte y sincera expresión de los materiales que la componen, y por un énfasis en lo estructural. La obra de Barragán es el nexo visible y tangible con la identidad, la creatividad simbólica y la estética única de su cosmovisión de la ciudad”.
La segunda parte del libro exterioriza el pensamiento y describe la importante trayectoria del arquitecto, a través de una entrevista realizada por el director editorial y una reseña biográfica, respectivamente.
En las respuestas a las 16 preguntas planteadas en la entrevista, el arquitecto describe los rasgos distintivos de su oficio a través de las experiencias personales, familiares y formativas que lo orientaron a profundizar sus inquietudes iniciales buscando otras latitudes y raíces disciplinarias. Estas constituyen un nuevo punto vital de partida que define su desempeño profesional y la visión política desde el oficio: “Soy arquitecto, escultor, humanista y defensor del medio ambiente y del paisaje. He dedicado mi vida a la creación de obras en arquitectura, escultura y pintura, así como a cultivar mis conocimientos en todos los campos del arte”.
Desde las convicciones que marcaron a su generación y desde las suyas propias, remarca: “Para hacer arquitectura hay que amar la vida, la naturaleza, las artes plásticas. Esos afectos hacen que dediquemos mucho tiempo al estudio, la investigación y la práctica de actividades que nos llevan a comprender la naturaleza intrínseca de las obras. Hay que dedicar mucha pasión y tiempo para que empiecen a surgir espontáneamente resultados equilibrados y plásticos”.
Sobre las actitudes para hacer del oficio un certero mensaje a la sociedad, reclama que “el arquitecto requiere voluntad, vocación, sacrificio, audacia y organización para ejercer auténticamente su rol en la sociedad. Existen temas en los que los arquitectos deberíamos recuperar protagonismo exigiendo los cambios que requiere la conducción de la ciudad, la planificación y la normativa urbanas, puesto que las que rigen son inadecuadas y provocan el deterioro de las condiciones de vida tanto en áreas consolidadas, como las de crecimiento. La labor que en este sentido hacen gremios, universidades e instituciones no es suficiente”.
Apartándose de su valioso aporte a la cultura, el arquitecto se pronuncia: “No me corresponde juzgar mi aporte personal a la arquitectura ni al ordenamiento social, económico y territorial de mi ciudad y mi país. Sólo el paso del tiempo y la distancia permitirán tener la perspectiva necesaria para reconocer los aportes que resultaron valiosos, y el consecuente reconocimiento a quienes lo merezcan. En lo que me concierne, me siento colmado con haber logrado un ejercicio profesional muy activo mediante un trabajo bien intencionado, que ha contado con altas dosis de ímpetu, convicción y perseverancia”.
La reseña biográfica, indicativa de su trabajo profuso y multidisciplinario, rinde cuenta de su formación en centros universitarios de Ecuador, Francia, Noruega, Dinamarca, Suecia, y Holanda; de su experiencia docente como profesor en categorías máximas en la Universidad Central del Ecuador y en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, y como ponente y profesor invitado en varias universidades de la región y el mundo. Así mismo, se recuenta el ejercicio de más de una decena de cargos cumplidos en entidades públicas y privadas relativas a la dirección y representación gremial, política, cultural y social; culminando con una nutrida lista de reconocimientos, entre los que destacan, la condecoración de la Orden Nacional al Mérito de la República Francesa, en el grado de Oficial; los premios obtenidos y los concursos ganados, entre los que resalta la consecución del Premio Ornato del Municipio de Quito en nueve ocasiones.
La tercera parte del libro corresponde a dos sustantivos artículos realizados por críticos que han centrado sus afanes investigativos en la arquitectura brutalista, como es el caso de Andrea Gritti, profesor principal e investigador del Departamento de Arquitectura y Estudios Urbanos del Politécnico de Milán (Italia) y de la Academia de Arquitectura de Mendrisio (Suiza); y en el estudio específico sobre la obra de Milton Barragán, como es el caso de Guillermo Casado, cuya tesis doctoral, realizada en la Universidad de Sevilla (España), versa monográficamente sobre la obra del arquitecto, habiendo permanecido en permanente contacto con él durante el último lustro, por las obvias razones de tan riguroso propósito.
Gritti denomina su artículo “Estados de equilibrio: cuerpo y memoria en la arquitectura de Milton Barragán Dumet”, y su búsqueda radica en disecciones analógicas que pudieron propiciar el ejercicio profesional de Barragán desde su formación, y desde diversas experiencias en la arquitectura y en el arte. Propone entonces: “Este ensayo quiere demostrar que el método del proyecto de Barragán Dumet tiene fundamento en la institución de complejas similitudes geométricas entre el ‘cuerpo orgánico’, con el cual ha medido y explorado el espacio, y los “’cuerpos inorgánicos’, que son el testimonio de su viaje por el mundo como escultor y como arquitecto. Bajo esta perspectiva, sus arquitecturas, como sus esculturas, son las expresiones continuas y coherentes de un ‘lenguaje del cuerpo’, construido alrededor de la ‘memoria’ de los gestos y de los movimientos realizados en el ejercicio del arte. La biografía de Barragán Dumet como autor, es finalmente el resultado de una continua reflexión acerca de los estados de equilibrio, las formas, las figuras y de cómo los materiales se asimilan en el espacio”.
A través de la evocación del discurso pronunciado por Octavio Paz cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 1990, en el que remarca las agudas diferencias, entre las acepciones europeas y las latinoamericanas, en relación a la irrupción cultural que supuso la modernidad, Gritti invita a acotarlas y por tanto, a entender el ámbito de acción profesional de los arquitectos modernos latinoamericanos en búsqueda de su valor en el presente, en aquel presente: “En América Latina la reflexión sobre la modernidad está obligada a enfrentarse a dificultades extraordinarias que, al mismo tiempo, son una oportunidad: por ejemplo, la sobrevivencia de los mitos y tradiciones –víctima del trágico encuentro entre geografías e historias recíprocamente desconocidas– o la difusión, en gran escala, de idiomas comunes, incapaces de contener el sentimiento de aislamiento percibido en el continente”.
“Los orígenes y desarrollos de la arquitectura moderna en Ecuador han sido sintetizadas en distintos ensayos por Rolando Moya Tasquer y Evelia Peralta [Moya, Peralta 2012]. También los retratos de los autores que han sido protagonistas de esa estación se comparan en numerosas entrevistas y en los textos críticos de testigos excepcionales como Rubén Moreira Velásquez [Moreira, 2012]. Estos escritos describen e interpretan con claridad la forma en la cual se ha afirmado, consolidado y evolucionado, el lenguaje de la arquitectura moderna en Ecuador y la profundidad de los enlaces entre autores y las instituciones que han hecho posible la adhesión y la investigación de alternativas a los modelos expresados por el Movimiento Moderno y sus sucesores. La contribución de los arquitectos extranjeros (Carlos Kohn, Otto Glass, Oscar Etwanick, Giovanni Rota, Jones Odriozola y Gilberto Gatto Sobral) y la de los pioneros nacionales (Sixto Durán Ballén, Alfredo León, Jaime Dávalos) a la maduración de los arquitectos nacidos en Ecuador (Oswaldo de la Torre, Luis Oleas Castillo, Milton Barragán Dumet, Ovidio Wappenstein, Alfredo Ribadeneira, Henry Carrión, Diego y Fausto Banderas) o reunidos en grupos (TA-4, Grupo 6), han sido descritas de forma exhaustiva. Sin embargo, bajo la perspectiva de un observador europeo, el juicio crítico sobre estos autores puede enriquecerse de nuevas consideraciones si se analizan las relaciones entre los conceptos de modernidad y patrimonio”.
“En Quito, las experiencias comunes de los jóvenes arquitectos, en particular de los que se habían reunido alrededor del estudio Arquin, habían configurado múltiples líneas de desarrollo en el campo profesional, institucional y académico, favoreciendo la constitución de círculos, restringidos e integrados, en los cuales se hablaba por comparación, por emulación y por competencia del rol de la cultura arquitectónica moderna en el desarrollo metropolitano. En la dirección indicada por Paz, los arquitectos reunidos en círculos, se habían involucrado en la búsqueda de la modernidad, demostrando la capacidad de estar presentes durante el proceso de construcción de la ciudad y del territorio”.
Entre los muchos méritos que pueden ser atribuidos a los arquitectos ecuatorianos como Barragán Dumet, estas operaciones de inserción y los presupuestos culturales que los han determinado, se clasifican seguramente entre las más relevantes. Por esto, en el futuro, la forma para rendirles homenaje, será la de cuidar de las arquitecturas que continúan siendo testimonio del sentido de esa fundamental “búsqueda del presente” [Ferrer Forés, 2014]”.
Por su parte, Guillermo Casado intitula su ensayo “Barragán, versátil y polifacético”, llevando su hilo argumentativo hacia el interés de asociar lo meramente arquitectónico con las circunstancias o factores fenomenológicos, especialmente aquellos que dan particularidad a la “especial arquitectura de Milton Barragán, muy ligada con su actividad como escultor, que precisa de perspectivas que trascienden hacia lo artístico y lo sensible”.
Identifica a la figura de Barragán como prolífica y polifacética porque “se caracteriza por el desarrollo de una actividad intensa a lo largo de su vida, a la que aún hoy le sigue dando continuidad. Ha dedicado sus energías a ser profesor, político, coleccionista y planificador urbano y territorial, pero, sin duda, sus grandes aportaciones han sido en los campos de la arquitectura y la escultura. En ambas disciplinas ha llegado a altas cotas de excelsitud, obteniendo un reconocimiento internacional que, en el caso de la arquitectura, ha sido un poco tardío”.
“Milton Barragán se adscribe explícitamente al Brutalismo, habiendo generado una interpretación especialmente singular de su paradigma. Este hecho determina en gran medida su forma de entender la arquitectura, siendo su estudio de gran relevancia a la hora de comprender la obra del arquitecto… aun cuando fue “un movimiento extraordinariamente peculiar y poco definido. Su creador, Le Corbusier, no lo desarrolló teóricamente, quedando relegada su difusión a la observación e interpretación personal de su obra construida. A pesar de los ataques sistemáticos por parte de la crítica a lo largo de la historia, este movimiento se expandió a lo largo y ancho del mundo” a partir del desafío teórico escrito en su libro Vers une Architecture (1923) donde afirma que “Arquitectura es establecer relaciones emocionantes con materiales brutos”.
“La obra arquitectónica de Milton Barragán obedece a un cúmulo de circunstancias y motivaciones, pero quizá la más determinante y característica sea su faceta de escultor. Tras experimentar con el dibujo inicialmente, arquitectura y escultura se convertirían en los medios de expresión de su fuerza creadora. Aunque las posturas adoptadas en cada una difieren metodológica y gramaticalmente, existen ciertos nexos en común, convirtiéndose el estudio de ambas en la única vía para entender integralmente y de forma holística la actitud artística de Milton Barragán”.
“La arquitectura de Milton Barragán persigue ambas motivaciones. Trasciende en lo plástico y se conecta con lo humano en lo fenomenológico. Manteniendo el rigor arquitectónico, su pensamiento escultórico interpreta al edificio desde una perspectiva que trabaja con el símbolo, la metáfora, la abstracción o la forma. Considera que los temas esenciales de arquitectura y escultura son los mismos: espacio, luz, textura, composición y forma, obteniendo de ambas artes resultados con características comunes de expresividad, sensibilidad, dramatismo y contundencia”.
“Milton Barragán dialoga con el paisaje mediante una actitud ambiciosa, no buscando el mimetismo ni la relación directa formal, sino estableciendo relaciones abstractas entre la arquitectura y el entorno. Trabaja con lo sutil y lo invisible. No realiza integraciones literales, sino que interpreta el paisaje de tal forma que su intervención crea una nueva percepción, siendo completado en su significado mediante la obra. Es un proceso de reconocimiento en el que el paisaje acepta al edificio porque el edificio contiene al paisaje”.
Sobre la atemporalidad atribuible a la obra del arquitecto, remarca que “sus propuestas no están bajo la influencia de la obsolescencia, pues su arquitectura no obedece a circunstancias de una determinada época, sino a temas eternos de la humanidad. Su obra se convierte así en patrimonio del Ecuador y del mundo entero, mostrándose actual y con fuerzas para superar los cambios sociales y culturales, con capacidad de conservarse, adaptarse o desvanecerse en el transcurso de los años. Pero para ello se deben implementar los mecanismos de protección y conservación patrimonial, evitando intervenciones que alteren el significado conceptual y arquitectónico de sus edificios. Este respeto a la esencia permitirá que la acción inexorable del tiempo imprima su huella y los disuelva, generando ruinas que seguirán transmitiendo las motivaciones que un día les dieron forma”.
Finalmente, la cuarta parte del libro corresponde a la presentación de 20 proyectos, elegidos y curados, entre más de 50 inicialmente planteados, bajo criterios de significación en el imaginario social, disponibilidad de información y estado actual de las edificaciones. Esta parte se halla a su vez dividida en tres segmentos: monumentos, edificios y residencias. Cada obra está acompañada de dibujos, planos y fotografías que permiten un entendimiento proyectual y contextual de las obras, y de una reseña descriptiva, que juntamente pretenden dejar al lector frente a la elaboración de su propia crítica.
CONCLUSIÓN
El libro, a lo largo de sus 224 páginas, que además de las partes ya detalladas, se inscriben 110 dibujos, 17 de archivo y 93 actualizados en formato digital; y 135 fotografías, 31 de archivo y 104 recientes.
La producción editorial ha contado con el cuidadoso apoyo de Milton Barragán, siempre pendiente de acompañar el decisivo desempeño de AZUCA, en diseño gráfico, de BIKUBIK, en fotografía, de OBRA STUDIO en la producción de planos, y de Imprenta MARISCAL, en impresión, entre otros de diversa, y no menos trascendente, participación.
Esta dirección editorial deja expreso su agradecimiento al Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, en la persona de su Alcalde, Mauricio Rodas Espinel, al Instituto Metropolitano de Patrimonio, en la persona de su directora, Angélica Arias Benavides, a la cabeza de un ingente equipo de trabajo, y a la Secretaría de Cultura, en la persona de su Secretario, Pablo Corral Vega.
No cabe duda que han sido muchas las personas e instituciones que previamente se han interesado en el propósito ahora culminado, habiendo desarrollado esfuerzos de estudio, investigación y divulgación parcial del pensamiento y obra de Milton Barragán, y por ello, han sido considerados nuestros aliados y son partícipes tácitos del libro, lo que los hace dignos de recibir nuestro reconocimiento y gratitud.
El libro responde propositivamente a los tres retos planteados para su ejecución: independencia crítica, concomitante a la libertad creativa que inspiró la obra publicada; compromiso institucional, garantía de la autonomía extendida para que el pensamiento del arquitecto, de los críticos y demás partícipes se manifieste; y difusión amplificada del resultado final, como hecho instigador de la potencial declaratoria de patrimonio de ciertas obras publicadas, y de otras de similar relevancia, implantadas en el Distrito Metropolitano de Quito.
El alto honor que ha significado la gran responsabilidad de ejercer la dirección editorial de la publicación, me impulsó a permanecer a la altura de la confianza depositada por las instituciones y personas involucradas. Todo esfuerzo realizado se justifica en la enorme satisfacción de este servidor, uno entre muchos colaboradores que acompañamos con convicción e ilusión al maestro, que siente profundamente el privilegio de ver divulgada, amplia y meritoriamente, la impronta cultural del legado histórico de Milton Barragán Dumet, arquitecto insigne de la modernidad del Ecuador y del mundo.
Hernán Orbea Trávez
6 de febrero de 2019
El libro es el testimonio más completo del mundo de Milton Barragán Dumet como arquitecto. Su arquitectura que responde a temas intemporales de la humanidad, ha sido considerada como una de las más importantes del Ecuador y de América Latina. Es el nexo visible y tangible con la identidad, la creación simbólica y la estética única de su arquitecto y su cosmovisión de ciudad. Este texto reúne textos críticos sobre la obra de Barragán, una entrevista inédita al arquitecto y una selección de 20 obras que resaltan en la imagen urbana de Quito y sus alrededores, profusamente ilustradas con planos, fotografías y detalles.
Presentación
Introducción
Entrevista
Biografía
Estados de equilibrio, artículo de Andrea Gritti
Barragán, versátil y polifacético, artículo de Guillermo Casado
Monumentos
Edificios
Residencias