Los arquitectos formados desde hace cincuenta años en las Universidades nacionales, y especialmente en la UCV, hemos sido responsables, para bien o para mal, con resultados positivos y a veces no tanto, de las soluciones intentadas o emprendidas desde entonces para atender sinceramente las necesidades de toda la sociedad venezolana.
Desde la década de 1960, estuvimos escuchando los ecos de la afortunada frase de quien hemos llamado el «Maestro Villanueva»: «La Arquitectura es acto social por excelencia». Ese Profesor ucevista que concibió los espacios que ahora son Patrimonio Mundial, regaló orgulloso en 1964 a los estudiantes de arquitectura y a los arquitectos egresados de nuestra Facultad, un reconocimiento casi paternal, del cual extraemos aquí un párrafo: «Casi casi me siento más satisfecho de mi obra espiritual, es decir la docente, que de la material, pues los jóvenes arquitectos formados en el país y a quienes considero como hijos espirituales, han sido casi todos mis discípulos, han correspondido ampliamente a lo que el país esperaba o necesitaba de ellos…» (Caracas, 18/9/64).
En esta hora aciaga para la Universidad venezolana, un gobierno de ilegitimidad e ilegalidad ampliamente comprobada, pretende dictar cátedra de solidaridad, responsabilidad social y ética ciudadana, imponiendo sin consultar a las comunidades académicas un modelo universitario excluyente, parcializado, antiautonómico e ignorante de la trayectoria libertaria de las universidades. Haciendo frente a ese permanente asedio los profesores de arquitectura de la UCV reafirmamos que nunca nuestra Casa ha necesitado imponer solidaridad, porque la ha enseñado; que nunca ha pretendido dictar lecciones de ética, porque la ha sembrado con su ejemplo de entrega a la sociedad plena; que nunca ha pretendido imponer un credo o ideología, pues nos ha enseñado a todas las generaciones a creer y a criticar; que nunca se nos impuso como estudiantes, ni nunca hemos impuesto a nuestros estudiantes, ningún modo de pensar o de actuar en sociedad, ya que nosotros estimulamos el pensamiento crítico, que es el modo universal de ejercer el criterio.
Por esas razones, los profesores universitarios que formamos parte como arquitectos de la comunidad nacional, conmemoramos en este día, la libertad de la imaginación, la creatividad libre y sin condicionamientos para ayudar a mitigar las necesidades de espacios de toda la población; y abogamos por una práctica profesional inserta en la sociedad amplia, al servicio de pobres y ricos, de individuos y empresas, haciendo casas y bibliotecas, hospitales, y bulevares, oficinas públicas y privadas, rehabilitando barrios y modelando ciudades, proyectando espacios de todo tipo para la vida en dignidad. Proclamamos, sin atarnos de manos ni condicionar nuestra creatividad a una ideología minoritaria, el amor al prójimo que aprendimos sin que nadie nos forzara a un “servicio comunitario” o a una “responsabilidad social corporativa”; y sin que nos obligaran a ser solidarios o a igualarnos con sueldos miserables, mediante “convenios de trabajo” disfrazados de Ley para monótonas Universidades de pensamiento único.
Toda nuestra imaginación y libertad para la creatividad la aprendimos también libremente en nuestra Casa que ha vencido y seguirá venciendo en adelante las sombras del oscurantismo del siglo XXI, vengan de donde vengan.
Caracas, UCV, Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Adaptación (marzo 2021) del texto leído en la sede del diario El Nacional, el 4 de julio de 2013, día nacional del Arquitecto.
Texto por
Juan José Pérez Rancel, Profesor (Asociado) UCV.
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Caracas, 05 de abril de 2021.