
Los desastres naturales siempre han sido una amenaza, pero hoy como consecuencia del cambio climático estamos más expuestos que nunca, lo que exige estrategias efectivas para minimizar sus devastadoras consecuencias. La reciente DANA en Valencia nos recordó dolorosamente que muchas tragedias podrían haberse evitado. Construmat 2025 dedicó más de cinco sesiones de su programa a debatir medidas y avanzar soluciones reales enfocadas a la mejora de la resiliencia de las ciudades, a la reconstrucción del parque edificado, y, sobre todo, a la protección de sus habitantes.
Impacto económico de los desastres naturales
No solemos ser plenamente conscientes de la gravedad de los desastres naturales hasta que nos afectan directamente. Sin embargo, estos episodios son cada vez más costosos y sus impactos suelen estar subestimados.
Así lo revela el Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (GAR2025), publicado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), que calcula que los costes directos de los desastres naturales ascienden a unos 202.000 millones de dólares anuales. Sin embargo, cuando se consideran las pérdidas indirectas y los impactos en los ecosistemas, el coste real supera los 2 billones de euros.
Lo preocupante de este estudio es que deja claro algo que ya muchos temíamos: los costes seguirán aumentando a medida que la crisis climática se agrave. Y como suele pasar, los países en desarrollo serán los más golpeados. No solo por estar más expuestos, sino porque además deben endeudarse para afrontar las consecuencias de los desastres y reconstruir lo que se pierde una y otra vez.
Además, es evidente que las decisiones que tomemos hoy —sobre cómo planificamos nuestras ciudades, dónde invertimos y qué modelo energético elegimos— van a definir cuán vulnerables seremos en el futuro. No podemos seguir postergando estos temas como si no fueran urgentes.
El deshielo, que podría elevar el nivel del mar, afectaría gravemente a estados insulares y megaciudades costeras como, por ejemplo, Nueva York o Yakarta. Además, el incremento en la frecuencia e intensidad de los desastres naturales está provocando un alza en los costes de las primas de seguros, una reducción en las coberturas y el hecho que algunas compañías comiencen a retirarse de ciertas zonas al no resultarles rentable seguir ofreciendo seguros allí.
GAR2025 detalla cómo los impactos económicos derivados del aumento del riesgo ya se están sintiendo en todo el mundo: desde regiones no aseguradas hasta el crecimiento de la deuda nacional y la repetición de crisis humanitarias. Este informe llega en un momento crucial, justo antes de la Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo y la Plataforma Global para la Reducción del Riesgo de Desastres, celebrada en Ginebra, Suiza, del 2 al 6 de junio, organizada por la UNDRR. Durante estos encuentros se han logrado avances importantes, como el fortalecimiento de la financiación multilateral para proteger mejor a las economías más vulnerables, el reconocimiento del papel fundamental del sector privado en la reducción de las pérdidas económicas por desastres, y la necesidad de aumentar tanto la cantidad como la calidad de las inversiones en reducción del riesgo.
La particularidad de estos episodios en la zona del Mediterráneo
El Mediterráneo es una región especialmente vulnerable al cambio climático, como evidencian desastres recientes, como las inundaciones causadas por la DANA en Valencia a finales de octubre de 2024. En este contexto, la Unión de Arquitectos del Mediterráneo (UMAR) —una organización que conecta a arquitectos, instituciones y administraciones públicas a nivel local, nacional e internacional para prevenir y responder a estos desastres— organizó en Construmat una jornada dedicada a examinar, analizar y debatir acciones de emergencia concretas en países como Egipto, Grecia, Italia, Marruecos, Turquía, Portugal y España, entre otros. Además, durante el encuentro se establecieron las bases para futuras colaboraciones con el Comisario Europeo para el Mediterráneo y la UNESCO.
Los desastres naturales en la zona del Mediterráneo tienen una particularidad preocupante: combinan fenómenos extremos como olas de calor, incendios forestales e inundaciones repentinas en un área densamente poblada. Además, el cambio climático está intensificando su frecuencia y severidad. La vulnerabilidad se agrava por la presión urbana y la gestión del territorio, aspecto este último a revisar.
Mitigación y resiliencia climática frente a fenómenos meteorológicos extremos. Causas, efectos y soluciones de la DANA
A lo largo de dos sesiones se abordó esta problemática con expertos y representantes de entidades especialmente implicadas.
Así José Luis Santa Isabel de Castro, presidente de Fecoval, analizó las causas, efectos y soluciones de la DANA que afectó recientemente a la Comunidad Valenciana, reflexionando sobre su impacto en la ciudad y las estrategias necesarias para reforzar la resiliencia urbana. Estima que se necesitarán entre tres y cinco años para la reconstrucción de las zonas afectadas y enfatizó que “el sistema en su totalidad falló”.
Santa Isabel solicitó acometer las obras proyectadas, con contratos de emergencia y actuar con medidas urbanísticas primarias para que no se vuelvan a producir hechos similares.
En otra sesión celebrada el primer día del congreso, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, en colaboración con el Colegio de Ingeniería Técnica de Obras Públicas y Civil, organizó una mesa redonda para analizar las políticas de mitigación y resiliencia climática frente a fenómenos meteorológicos extremos.
Diego Moxó Güell, director del Área de Gestión Territorial de la Agència Catalana de l’Aigua, explicó que el problema ha cambiado mucho, aunque no en cuanto a las inundaciones, que siempre han ocurrido, como las de 1962 o 1974. Para Moxó, lo que realmente ha cambiado es la capacidad de respuesta, el conocimiento y la información disponible para que la ciudadanía pueda actuar, aunque aún queda mucho por mejorar. “Somos vulnerables y responsables, y estamos en un punto de inflexión. La planificación es cada vez más eficiente y compatible con los riesgos relacionados con el agua. Existe conciencia en momentos de sequía, pero transmitir esa alerta es complicado. Sería mejor adoptar un modelo anglosajón, donde la ciudadanía asume más responsabilidad, mientras que aquí dependemos del Estado y de un consorcio de seguros que no favorece esa concienciación”, señaló.
Por su parte, Anna Rodríguez Marañón, coordinadora de proyectos de Ingeniería Hidráulica en ABM Consulting, indicó que las inundaciones han existido siempre, pero lo que ha cambiado es la visión normativa y la realización de estudios de inundabilidad, que afectan directamente al urbanismo al poner los riesgos en primer plano. Según Rodríguez, la ciudadanía carece de conciencia debido al exceso de información, a la distancia psicológica que genera el cambio climático y a una desconexión con la terminología técnica —por ejemplo, en lugar de usar términos como ‘periodo de retorno’, sería más efectivo hablar en términos de probabilidades. En definitiva, afirmó que falta concienciación.
Rubén Ruiz Arriazu, director de continuidad de negocio en Agbar/Veolia Agua España, explicó que, aunque es habitual contar con comités de crisis, cada vez resulta más difícil protegerse ante fenómenos naturales más frecuentes y de mayor intensidad. En situaciones de sequía, el consumo de agua por habitante ha disminuido y existe una creciente conciencia sobre la necesidad de usar el agua de manera responsable. Sin embargo, en casos de inundaciones como la DANA de Valencia, no favoreció la costumbre de sacar el coche al inicio de la lluvia, ya que no hubo tiempo para reaccionar. Para este tipo de situaciones, Ruiz defendió la importancia de enriquecer la información mediante simulacros y fomentar el conocimiento sobre cómo actuar ante emergencias similares.
La moderadora de esta mesa, Imma Estrada Esteyco, del Col·legi d’Enginyers de Camins, Canals i Ports, señaló que estos fenómenos no son eventos remotos, sino cada vez más probables debido al crecimiento poblacional, que incrementa la posibilidad de daños. La sequía en Cataluña y la DANA de Valencia evidencian la fragilidad del sistema y la necesidad de prepararse para eventos extremos, gestionando dos conceptos clave: la mitigación, que busca reducir los peligros, y la resiliencia, que se refiere a la capacidad de las comunidades para resistir y aprender de lo sucedido.
Es evidente que la construcción juega un papel fundamental en la búsqueda de soluciones a esta problemática, ya que los efectos de estos fenómenos dependen en gran medida de la capacidad de las infraestructuras, muchas de ellas basadas en sistemas antiguos de alcantarillado, y del aumento de superficies impermeabilizadas por el asfalto. En este sentido, la industria tiene mucho que aportar y ha presentado en Construmat 2025 soluciones innovadoras en canalizaciones y pavimentos. Así, el salón de la construcción de Barcelona se convirtió en un espacio de debate, estrategia y propuestas para enfrentar estos retos.
Tomado de:
https://www.construmat.com/resiliencia-de-ciudades-y-del-parque-edificado-infraestructuras-programas-y-renovacion/