Se fue William, un gran soñador, profesional y amigo de toda la ciudad.
Ante esta repentina y triste noticia, y mediante un ejercicio involuntario de memoria, lo primero que llega a mi recuerdo es la Facultad de Arquitectura y Artes Plásticas de la Universidad José María Vargas. Son incontables los aprendizajes y las vivencias sutiles y trascendentales que pasaron por esos duros y hostiles espacios.
Allí, conocí a William Niño Araque a principios de los noventa, fue mi profesor. Con él, recibí sin darme cuenta “lecciones” de Historia de la Ciudad. Era un docente muy distinto, no le interesaban las notas, llegaba tarde y no tenía planificación ni programa, mucho menos cronograma del curso, sólo conversaba y preguntaba mucho, a veces sin ninguna vergüenza. Recuerdo perfectamente algunas de sus preguntas: “¿Cuántos de ustedes se han bajado de su carro a orinar en la calle? ¿Ustedes realmente creen que se puede estudiar arquitectura en esta universidad? ¡Yo no! Ustedes verdaderamente son unos héroes…”. Sus clases no me gustaban, no las consideraba serias sino más bien banales y muy reiterativas, para aprobar sólo tenías que conversar, a veces hasta me aburría. La otra sección de historia hablaba de ciudades y de su evolución, de sus formas, sus espacios, etc. No entendía nada.
Hoy, como docente, pienso que quizá no estaba todavía preparado o no era maduro para conocer y valorar realmente su rol allí, el trabajo social que hacía con nosotros. Empecé a entenderlo cuando lo vi trabajando en la exposición retrospectiva de Jimmy Alcock, tanto en la Universidad como en la Galería de Arte Nacional, siendo yo un estudiante algo más avanzado.
Allí, conversamos mucho, me adentré en su labor cotidiana, mejor dicho, en su lucha porque la arquitectura y el arquitecto sean valorados, se entiendan, y que su mensaje se presente de la mejor manera a la gente, al público. Él tenía su estilo, sus maneras y sus terquedades para lograr el objetivo, al final las cosas con pasión le salían bastante bien. Luego de esta experiencia, hubo gran afinidad, admiración y respeto, y me interesó seguirle de cerca. Ya como profesional, trabajé junto a él y su equipo, entre otras tantas, en exposiciones de arquitectura como la de Tomás Sanabria; Wallis, Domínguez y Guinand; Celina Bentata y alguna exhibición para el Ecomuseo del Caroní en Puerto Ordaz. Hoy, no dudo en afirmar que ha sido una de las personas de las que más he podido aprender sobre la profesión y sobre Caracas.
William Niño era un personaje difícil de seguir, pese a estar dispuesto; complicado de encontrar pese a estar presente y difícil de enfrentar porque no le interesaba. Era un tipo malcriado pero muy noble. Un frágil guerrero al que, paradójicamente, le tocó librar varias batallas, una de ellas, contra lo que él tanto amaba: la ciudad y su gente. Como muchos otros valores de la arquitectura de este país, pocas veces fue escuchado o considerado por los grandes poderes.
Desde hace unos años, cuando logré comprender aún más sus inquietudes y sus maneras, supe envidiar su energía, valorar su optimismo y sobre todo sorprenderme ante su esperanza, lo empecé a admirar profundamente. Lo que él ha hecho muchas veces de gratis y por amor (como él mismo decía), por la arquitectura y por la ciudad, no es cosa común, mejor dicho, no es nada común. Sin duda alguna, se torna en ejemplo para todas las generaciones de arquitectos del país.
Esperamos que el paso del tiempo nos permita seguir descubriendo y entendiendo su legado en lo que quedó: infinidad de artículos, reseñas, entrevistas, exposiciones, charlas y conversatorios, ahora bajo su mirada vigilante y mucho más reposada, desde arriba, desde la distancia. Se tornará una necesidad.
Gracias por todo, William.
Artículo publicado en
propuestas in_consultas
apuntes de arquitectura, docencia y ciudad
http://sancheztaffurarquitecto.wordpress.com/
19 de diciembre de 2010
Fotografías
William Niño en el Puerto de Boston en 2008.
Por Arq. Manuel Delgado
Grupo en Facebook
Homenaje a William Niño
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Publicado en la revista entre rayas No. 87, meses enero-febrero 2011.
ADIOS AL COMPAÑERO Y AMIGO
CON EL CUAL TUVE EL HONOR DE COMPARTIR EN EL DEP. DE RESTAURACION DE MONUMENTOS, EN MINDUR,
EN AQUELLOS COMIENZOS DE NUESTROS SUEÑOS DE FUTURO POR VNZLA.
YA FORMAS PARTE DE LA ETERNA HISTORIA