Tres hitos arquitectónicos inconclusos de Caracas (1/3)

Este escrito es el primero para analizar una tríada de importantes obras edificatorias no concluidas en el entorno caraqueño. Comenzando, en esta ocasión, con la Torre de la Zona Rental de la Universidad Central de Venezuela (UCV). En las próximas publicaciones se describirán: el Centro Financiero Confinanzas, conocido como la Torre de David (un rascacielos sin terminar que, con el tiempo, se convirtió en el barrio vertical más alto del mundo), para finalizar con El Helicoide, originalmente concebido como uno de los proyectos constructivos más emblemáticos de Venezuela, pero que ha sido transformado en un reclusorio citadino. La fisionomía urbana de Caracas ha resultado afectada con estas estructuras inacabadas que alteran el paisaje de la ciudad y reflejan la involución en su planificación arquitectónica y urbanística. Al recorrer Caracas se percibe, cual si fuese una lucha incesante entre el bien y el mal, una ciudad llena de contrastes. Uno de estos contrastes se da entre lo culminado y lo inconcluso. Hay edificios que se distinguen como elefantes blancos.

En Tailandia los elefantes blancos son animales sagrados; poseerlos representa una muestra de linaje y poderío. Viven rodeados de misticismo. No pueden ser sometidos a ningún tipo de trabajo ni castigo, y su manutención es extremadamente costosa. En sentido figurado, este término se emplea para definir edificios (gubernamentales o privados) que comparten una característica esencial: son obras en las que se han invertido cuantiosas sumas de dinero y no han sido iniciadas, están paralizadas o a medio construir. En los casos en que se encuentran terminados, no están en funcionamiento y, como elefantes blancos, su mantenimiento resulta excesivamente alto.

Para el año de 1957 se había iniciado la construcción de la Torre de la Zona Rental de la UCV. Caracas, gracias a las intervenciones urbanas del perezjimenismo, hacía gala de su majestuosidad arquitectónica. Este rascacielos fue diseñado por Carlos Raúl Villanueva (1900-1975) con la participación para los cálculos estructurales del ingeniero suizo Rodolfo Kaltenstadler. El edificio, único en su tipo, contaría con espacios comerciales, oficinas públicas, privadas y funcionarían allí algunas dependencias administrativas de la UCV. Entre las áreas de esparcimiento se preveía instalar un centro de convenciones, teatro, hotel, restaurante con mirador en el último piso, estacionamientos para un total de 3200 vehículos y una estación de servicio. Llegaría a ser un importante generador de recursos para garantizar la autonomía financiera, en actividades de investigación y docencia, de la principal casa de estudios del país.

Estaba destinado a ser el edificio más alto de Venezuela, con 53 pisos y 180 metros de altura. Se convertiría en el rascacielos más alto del mundo solucionado, íntegramente, en concreto armado; seguido de la Torre Seagram de Nueva York (157 metros), que para ese mismo año se hallaba en construcción, diseñada por Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969). Otros edificios de más altura, principalmente en el subcontinente latinoamericano con Brasil y México a la vanguardia de esta tendencia, empleaban sistemas de estructuras metálicas, por lo que la propuesta de Villanueva fue en su momento tecnológicamente innovadora. Venezuela se colocaba así en la punta de los más avanzados procesos edificatorios.

La Torre de la Zona Rental de la UCV debió concluirse en diciembre de 1958. Sin embargo, el 23 de enero de ese año fue derrocado el gobierno de Marcos Pérez Jiménez y el edificio, que solo había alcanzado cuatro niveles de sótano, quedó interrumpido; quedando así hasta el día de hoy. De haber sido terminado se hubiese convertido en el símbolo de una época y por varios años, décadas quizás, en la viva expresión del modernismo latinoamericano. Convertida en un elefante blanco, posiblemente, jamás será culminada. Los pocos niveles de sótanos que fueron erigidos permanecen expectantes como mudos testigos de la ineficaz manera de concebir los procesos edificatorios de esta capital.

Sybil Moholy-Nagy (1903-1971) profesora y escritora alemana-estadounidense, dejó como legado un texto publicado en el año 1964, que registra la mayor parte de la obra proyectada y construida por Carlos Raúl Villanueva (curiosamente, obvia la Torre de la Zona Rental). En dicho libro Villanueva, en primera persona, expresó: “Considero al arquitecto, y solamente al arquitecto; como responsable de todo el proceso urbanístico, desde la obra aislada hasta la obra colectiva y la comunidad” (pg. 171).

En los años transcurridos los niveles edificados de la Torre de la Zona Rental han albergado dependencias administrativas del gobierno capitalino y allí funcionó, de modo improvisado, el servicio médico de los empleados universitarios. Usos que no han sido cónsonos con la misión financiera de una zona rental universitaria. El destino actual de esta edificación es muy confuso. Demoler los sótanos existentes para aprovechar uno de los predios de mayor plusvalía de la ciudad resulta inverosímil. Más aún lo es pretender finalizar el proyecto bajo los mismos lineamientos programáticos planteados por Carlos Raúl Villanueva, cuando ha quedado paralizado por 68 años. Mientras tanto, Caracas crece a un ritmo desorbitante, reclamando un espacio ocupado por una edificación incompleta que genera poca rentabilidad a la Universidad Central de Venezuela.

Rafael Gerardo Páez
Arquitecto – Profesor – UCV

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