Algunos venezolanos y caraqueños, pueden estar acostumbrándose a la violencia y la muerte. Para quien escribe y estoy seguro muchos más, la lucha por la vida es una bandera que nunca debemos dejar de izar, por los familiares, hermanos, amigos que hemos perdido en la ciudad más insegura y violenta de América Latina. Ni Bogotá, ni Medellín, ciudades de en un país en guerra, ciudades brasileras que viven entre la miseria, ó países de la región que presenta índices de pobreza mayor que el nuestro, coexisten lo que padecemos cotidianamente casi 4 millones de habitantes en una ciudad que se nos hace cruel, angustiante, hostil y oscura.
El 2011 fue el año más violento en la historia de Venezuela. Según cifras del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana, la morgue de Bello Monte registro 5.638 ingresos, pero no de animales para esterilizar, sino de Venezolanos que perdieron la vida por razones violentas, cuyo móvil va desde el hurto de un blackberry, un secuestro express, ajustes de cuenta entre bandas o sencillamente una mala mirada. Lo más duro, son los muchos inocentes que caen abatidos por balas perdidas. Niños, jóvenes y adultos engrosan una lista que parece interminable, por estar en el lugar y hora equivocada.
Un promedio mensual de 469 oportunidades, sueños, proyectos familiares y personales dejan sencillamente de vivir, porque alguien decidió arrancarles la vida. En estas cifras que los órganos del Estado perversamente manejan como números, hay jóvenes que con programas de asistencia por parte del Estado y la familia pudieron ser reinsertados; estudiantes y adultos sostén de hogar que mueren y que sencillamente sus familias quedan desgarradas y sin la esperanza que los órganos competentes, por lo menos investiguen y hagan justicia. El sistema judicial, los cuerpos de seguridad se hicieron cómplices y se entremezclaron con la impunidad.
Tres secuestros a diario, casi 100 muertos los fines de semana, el arrebato al futuro de jóvenes entre 15 y 24 años de edad, que son el 93% de los afectados por la violencia. No se puede convertir en costumbre.
Se dice fácil, es un número, pero en los últimos 12 años, alrededor de 146.000 seres humanos dejaron de estar por razones atribuibles a la pobreza, la violencia, la intolerancia, la crisis de valores. Estamos obligados a parar. Exigir que la seguridad se convierta en el primer tema de la agenda del país, de todos los políticos e instituciones. La gente decente de nuestros barrios y urbanizaciones desea soluciones concretas ante este flagelo que insisto se nos hace costumbre. La muerte de personajes públicos estremece a la sociedad, pero no podemos olvidar que son miles de víctimas que nos exigen movilizarnos como sociedad y luchar por reivindicar el valor sagrado de la vida. Todos y cada uno de los venezolanos tenemos derecho a vivir, especialmente los niños y jóvenes merecen crecer en una ciudad y un país seguro. Icemos la bandera de la vida.
Fredery Calderon
@Frederycalderon