Carta abierta al Prof. Luis Millán

Caracas, UCV, 26 mayo 2014.

Estimado Profesor y amigo Luis Millán:

Acojo complacido su réplica a mi comunicación del 19 de mayo dirigida a la comunidad de la FAU. Agradezco en primer lugar el estilo amistoso, respetuoso y pausado, que lo ha caracterizado siempre. En segundo lugar, agradezco la incitación a la diatriba, pues a pesar de sus dos últimas líneas de réplica, en que pareciera pedir un Black-Out sobre su Carta Abierta, es imposible obviar ésta, por los valiosos contenidos que encierra.

dibujo-RAQUEL-MARIN

Estimado profesor Millán, cuando usted asevera en su réplica a mi comunicado ‘Black-Out…’, que “la vuelta a clases –sin comillas-, en las circunstancias precarias de los últimos años, y que ahora se agravan al extremo, no le hace un favor al oficialismo, como Ud, lo sugiere; porque el régimen se frotaría las manos si aquí cerramos puertas para irnos a la calle”, en realidad está expresando tan solo un deseo de que su hipótesis sea correcta. No puede asegurar que el régimen haría exactamente eso; tampoco yo puedo afirmar lo contrario, es verdad. Pero de lo que se trata es de calcular con certeza probable las consecuencias de las acciones que se impulsan de buena fe, las consecuencias de bifurcar las fuerzas en dos frentes que no tendrían que ser divergentes, las de arriesgarse a dividir al estudiantado hasta el riesgo de enfrentarlos, las de provocar a vuestro pesar decepción, confusión, cansancio, desilusión, escepticismo, desbandada, en sectores sensibles de los estudiantes, los cuales no forman un cuerpo homogéneo por más que queramos idealizarlos.

Estemos de acuerdo con su afirmación de que “Se pueden hacer las dos cosas y es necesario hacer más de tres.”, pero lo complicado del actual panorama merece, como dice usted elaborar “…estrategias mucho más complejas”, las cuales no son desde luego las que están pegadas en una columna de Planta Baja sobre las normas de seguridad y funcionamiento durante este caos. No le he dicho en ningún momento, como me atribuye: “dejemos esto y vamos a la calle”, no creo ser tan simple, las estrategias complejas a las que se refiere están todavía por surgir y madurarán a pesar nuestro en medio de estos debates, recogiendo las experiencias de calle y de aula, de estudiantes activos y menos activos, de estudiantes indiferentes, de estudiantes y profesores lamentablemente ausentes o emigrados, de profesores comprometidos -o menos- con las funciones éticas que los Reglamentos ucevistas estipulan para ellos, en fin, de todo aquel miembro de esta particular Comunidad de la Universidad, que tenga una opinión.

Hay evidente confusión por su parte, al atribuirme que califico la vuelta a clases (sin comillas) como un acto indigno. El sentido de colocar la palabra clases entre comillas fue precisamente rescatarla de su utilización inocua por parte de quienes sí la oponen antagónicamente a la actividad de calle. Mi frase que usted recoge decía: “Porque es indigno volver ‘a clases’, cuando faltan los otros compañeros, los que han sido secuestrados por el régimen, los que continúan asistiendo en las calles a las lecciones que ellos mismos están dando a la sociedad.” En ningún momento opuse la protesta al aula, quise llamar la atención sobre quienes han usado el “salvar” el semestre o quienes esgrimen las “funciones académicas”, como argumento para desvalorizar y no apoyar las protestas. Asumo, por otra parte que cuando usted dice “Aquí no se ha hecho ni se hará, jamás, caso omiso de lo que está pasando en la calle“, está generalizando tanto como mi estimación de 50% de asistencia a clases, ya que ambos sabemos que sí hay cohabitantes de la FAU que quieren hacer caso omiso de eso. Por lo demás, ese 50% que sugerí estaba basado en breves encuestas, sin pretensiones de muestreo estadístico, tomadas al azar entre algunos profesores y estudiantes de la FAU durante dos días anteriores a la fecha de mi escrito; usted sabe de Estadística, no hace falta aclararle que una aproximación así puede ser válida en una primera instancia. Puede ser que usted esté defendiendo las actuaciones del Consejo de Facultad al decir “Aquí no se ha hecho ni se hará jamás…”, pues forma parte de ese Cuerpo desde hace algunos años; pero aún así y todavía sin analizar en profundidad las decisiones del Consejo respecto a este asunto, mantengo que existen y coexisten con nosotros (FAU) esos sectores a quienes les conviene abstraer a los estudiantes de la protesta y sumergirlos en la vorágine asocial de las “correcciones y entregas”. Será tarea de ese Consejo el evaluar los modos en que en estos duros meses por venir, se integre en las aulas la enseñanza, una de nuestras tareas principales, con el análisis de las causas de fondo de las protestas y la óptima organización de éstas. Entiendo que esta fue una de las condiciones para aprobar la reapertura de las aulas y confieso que, salvo la excepcional experiencia dirigida por el Prof. Hernán Zamora, desconozco con precisión la variedad de modalidades que pueda estar empleando el resto de los compañeros profesores que hayan aceptado condicionalmente esta táctica de dos frentes, para cumplir con ese principio de integralidad en sus funciones (‘Estudiar y Luchar’, en efecto, decíamos), bajo las actuales circunstancias de violencia, incertidumbre y agresión oficialista, sumándoles las presiones del calendario, zozobra en horas nocturnas (y en las diurnas también), inasistencia (por infinidad de razones) de un porcentaje de cursantes y de profesores, efectividad de la enseñanza y del aprendizaje en medio de múltiples elementos distractivos externos o de condiciones internas, mecanismos de evaluación adaptados y adoptados para estas realidades, etc.

¿Cómo conciliar entonces la afirmación de su réplica: “…mantener espacios de reflexión, de intercambio, de contrastación de posturas, de concertación de acciones y de respeto a la diversificación de las mismas (resaltado: JJPR); y de aprendizajes de otras cosas propias de la disciplina.”, con el escepticismo de mi propia afirmación en el texto ‘Black-Out…’: “es ya ficción imaginar que pueden complementarse las “clases” con actividades de “concientización”, agitación o incorporación. Esta normalidad de la FAU, entristece, indigna, asombra, desmerita la herencia rebelde…”, dicho esto en relación con las condiciones anormales extremas sufridas desde febrero. Desde luego que esta diversificación de opiniones y acciones, no debiera impedir la unidad de acción (¿le suena conocido? ¡¡Es el país!! ) En eso consiste el diálogo, no hay que impacientarse.

En relación con estas posiciones que no han sido pensadas para enfrentarse, afirma usted al final de uno de sus párrafos: “La crueldad de este régimen ante la incuestionablemente valerosa actitud de nuestros estudiantes es un acontecimiento inocultable que nos conmueve y merece nuestra conciencia y coraje activos las 24 horas del día de todos los días.” Exactamente ese era el objetivo de mi escrito, no tenía usted que molestarse porque yo hubiese dicho algo diferente, que no lo he hecho, ni ahora ni nunca, como sabe. Me atribuyó usted palabras y sentidos que no he expresado ni pretendido sobre la valerosa actitud de nuestros estudiantes, cuando escribió: “Creer lo contrario es desvalorizar la misión ciudadana de profesores y estudiantes, distorsionando y confundiendo el sentido de sus acciones en este tiempo. Usted se equivoca cuando pretende hacer esto…” Estamos de acuerdo, pero no pretendo ni he pretendido nunca desvalorizar esa misión ciudadana, pregonada por el suscrito desde que era estudiante. No me verá defenderme de sus erradas suposiciones, porque usted me conoce desde que entré en 1971 en nuestra Facultad. No me verá a la defensiva porque no soy el único que observa la existencia de gríngolas entre algunos estudiantes y profesores. Claro que no son representativos del total, pero existen ¿por qué el empeño en negarlo? Están allí, en los pasillos, los Institutos y Sectores, en las UD, el cafetín, en sus pancartas exigiendo clases a como dé lugar, en las aulas, en las asambleas y reuniones efectuadas con las autoridades en estas semanas, a las cuales han llevado sus planteamientos sobre lo que suponen función única de las autoridades y de la Universidad: retomar el semestre, no perderlo, dedicarse al único objetivo de “formar” diseñadores. La presencia en la FAU de estas tendencias, es innegable. Hacen mella, quiebran con su labor de zapa la unidad mayoritaria que busca formar Arquitectos y evidentemente han logrado encallejonar las reuniones y esfuerzos conjuntos de estudiantes y autoridades hacia una reincorporación “normalita” (palabra suya, yo no la había escrito) que, lamentablemente, aumentó la soledad en que han sobrevivido los estudiantes activos fuera de aulas, en los campamentos arrasados, en volanteos, en marchas reprimidas, etc.

Por lo demás, la diversificación de opiniones coexistente en el pequeñito universo de la FAU, sobre nuestra situación nacional y universitaria, es parte de estos desencuentros que hoy nos reúnen por este medio. No tendría usted suficiente tiempo para responder a quienes critican el descuido que se ha tenido con los estudiantes activistas en las protestas, tema que conversé con preocupación con el Prof. Nedo Pániz, miembro como usted del Consejo de Facultad, dos días antes de que la barbarie arrasara los campamentos de Caracas. Le anoto, por ejemplo, algunas otras opiniones recuperadas al azar: “…siento que nosotros, como profesores y la misma institución UCV no hemos hecho lo suficiente para apoyar a nuestros estudiantes y demostrarles que estamos a su lado y que pueden contar con nosotros (…) La APUCV propondrá acciones para esta próxima semana y las siguientes, considero importante aglutinarnos como cuerpo docente y actuar de manera gremial y planificada en pro de nuestros estudiantes y de nuestro país. (Prof. Beatriz Meza S., Miembro electo Consejo FAU, vía e-mail a comunidad FAU, 20/05/14). Y esta otra, excepcional: “La actitud de ir a la universidad a hacer docencia, sin reconocer y ocuparnos al unísono de la enorme responsabilidad que tenemos como parte de ella fuera del aula, pretendiendo no hacernos cargo de muchos problemas que nos involucran y nos conciernen (lo queramos ver o no), es absolutamente perjudicial para la institución. Insistir en dar clases como sea nos ha llevado a la debacle. (…) En estos días algunos colegas celebraban poder seguir cumpliendo con las actividades que nos son cotidianamente regulares ‘venciendo todas las adversidades’. (Prof. Gianni Napolitano, FAU, vía e-mail a Comunidad FAU, 16/05/14). Podría citar a personas externas a la UCV: “Estamos mal, muy mal y hacer como si no sucediese nada contribuyendo a la «normalización» de la situación es, de hecho, colaborar para que todo se agrave. Cada uno de nosotros debe ir elaborando su propia convicción del «ya basta» y expresarla tanto en gestos cotidianos de rebeldía como en una acción compartida de protesta cuando hubiere lugar.” (María Isabel Párraga B., EL UNIVERSAL, 19/05/2014), o a miembros prominentes de la misma: “Mientras los muchachos están en la calle protestando y son detenidos, la universidad pareciera pretender funcionar como si no estuviera ocurriendo absolutamente nada” (Prof. Víctor Márquez, Miembro Consejo Universitario y Presidente APUCV, Diario La Verdad, 17/5/14), o hasta a compañeros latinoamericanos que coinciden en este llamado de atención, como Enrique Krauze (“La soledad de los estudiantes venezolanos”, 27/feb. 2014, Rev. Letras Libres, Mx.), o Fernando Mires: “Los estudiantes y el pueblo que los sigue no tienen en Venezuela derecho a justicia imparcial, son presas de grupos armados, el parlamento ha sido inhabilitado, no cuentan con un solo canal de televisión, sus líderes son encarcelados sin proceso ¿Qué otra alternativa les queda sino protestar en las calles? (“No es el gobierno, es el sistema”, en PRODAVINCI Revista digital, 20 de Marzo, 2014).

Respecto a su cita de la legendaria consigna de los ‘60s y ‘70s: “Estudiar y Luchar”, creo también que podría estar vigente, pero habría que redefinir hoy lo que significa Luchar y lo que significa Estudiar bajo estas condiciones en que quienes antes las esgrimían, ahora gobiernan, reprimen y asesinan. Estudiar no es ahora solamente cumplir con los programas. Estudiar no es presentar asépticamente propuestas de diseño a “corrección”. Estudiar no puede ser en estos tiempos desvincular los contenidos de la realidad que nos envuelve. Estudiar es analizar esos contenidos a la luz de la trágica realidad actual y futura que avizoramos para esta nuestra nación. La Ecología o el Ambiente son temas políticos, como la Historia y la Tecnología. Ni qué decir del Urbanismo, si lo estudiamos observando el desastre de nuestra vida ciudadana. La Arquitectura, perdone el cliché profe, es “acto social por excelencia” y estudiar Arquitectura también es un acto social, no desvinculado. La consigna hoy podría formularse así, le propongo: Estudiar es Luchar, Luchar es Estudiar. Esto en aras de unificar. Y no debe ser un slogan, sino que se impone redefinir ambos conceptos en medio de la actual coyuntura y en conjunto entre estudiantes y profesores. Esto llevaría, de nuevo, a una revisión curricular que se adeuda a la FAU, más allá de la acreditación ante UNASUR o del Reglamento de la Escuela, etc. Por cierto, el formar Ciudadanos es un viejo enfoque: desde 1990, la UNESCO lo incluyó como uno de los indicadores para evaluar la calidad educativa en el nivel primario, en lo que se llamó Declaración Mundial de la Educación para Todos. Igualmente, usted conoce mejor que yo las tendencias del entresiglos para la formación en Valores, que han perseguido sensibilizar a los estudiantes de todos los niveles hacia la solidaridad, las condiciones sociales, la inclusión, etc. Creo firmemente que Sensibilizar, Solidarizarse, formar Ciudadanos, es una forma de actualizar nuestro conocido slogan de que la Arquitectura es Acto Social por excelencia.

Ya para terminar esta parte de nuestro encuentro, debo resaltar su párrafo en que enumera las acciones cumplidas por usted como parte de las autoridades de la FAU, en solidaridad con los estudiantes y en el que concluye interrogándome: ¿No es eso una demostración fehaciente que tenemos miradas puestas hacia adentro y hacia la calle? Y en el que enseguida afirma que ello ha sido posible por haber “…mantenido activa, a toda costa, (negritas por JJPR) la FAU y la UCV”. Párrafo al cual le agregaría la labor callada de tantos otros profesores y estudiantes que en estas mismas semanas también han cumplido esas tareas y otras más, obedeciendo a sus espíritus solidarios y comprometidos, visitando ergástulas, escondiendo perseguidos, acompañando abogados. Sí, amigo y profesor Millán, es meritoria la actividad cumplida y nadie ha negado vuestra presencia activa hasta en los cuarteles de los esbirros para tramitar la liberación de estudiantes. La discusión no es sobre eso, sino, como debe haber ya atrapado, sobre el tipo de normalidad que se pretende demostrar desde las aulas; el tipo de docencia con este contexto irregular; la clase de ejemplo que se da en los espacios universitarios a los ciudadanos que queremos formar solidarios; el tipo de civismo que reciben como lección los futuros arquitectos, por parte de los profesores, retando las “adversidades” “a toda costa” y empeñados en cumplir calendarios y reprogramaciones, empleando parte valiosa del tiempo, las fuerzas y los recursos en demostrar que a pesar de los asedios la UCV es capaz de dar clases; unas clases cuya efectividad habrá que evaluar con nuevos parámetros cuando pase esta inusual etapa. La asistencia a clases con supuesta normalidad, en fin minimiza la lección cívica que podría recibir una parte de los estudiantes con las acciones de sus compañeros fuera de las aulas.

Reciba mis expresiones de consideración y estima,

Juan José Pérez Rancel

P.D.: El jueves 22 no llegué a Caracas (vivo en San Antonio), por la tranca de los estafados por “La Venezolana” en la Panamericana y por la tranca de los funcionarios en la carretera entre Las Mariposa y Las Mayas. Fue un golpe bajo que lo desmerita, el referirse insidiosamente a mi ausencia en la marcha de ese día. Siempre hay una razón que no depende de nuestra buena voluntad.

Imagen:
DISEÑO: RAQUEL MARÍN
ILUSTRA ARTÍCULO DE ENRIQUE KRAUZE “La soledad de los estudiantes venezolanos”, 27 FEB 2014