Sobre la Evaluación de la Docencia en Arquitectura

Queridos estudiantes del Centro de Estudiantes de Arquitectura-FAU-UCV: les anexo un texto que escribí en 1981, del que me he recordado luego de ver la protesta que han encabezado en la Facultad ante el estado de abandono e indolencia en que ha caído.
El deterioro no es sólo físico, como saben, sino que hay una crisis latente que es vox populi.
Espero que el texto sea de vuestro interés y que -como toda historia- pueda servir para entender mejor el presente.
Quedo a vuestra disposición para las críticas y contestaciones correspondientes.
Abrazos,

J. J. Pérez Rancel
Sector de Historia y Crítica de la Arquitectura
EACRV / FAU / UCV
jjprancel@gmail.com

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ACLARATORIA DE LA PUBLICACIÓN DE ESTE TEXTO, NO TAN DESACTUALIZADO
Este texto de ficción-realidad, elaborado originalmente en julio de 1981, como trabajo final para el Curso de Capacitación de Instructores, ha sido transcrito del original, mecanografiado en letras Gothic de esfera, en una máquina IBM eléctrica. Esta versión, transcrita el 01/05/2012 en Word bajo Windows 97, versión XP, ha conservado casi idéntico el texto original en su estilo y sintaxis; sólo algunos signos de puntuación y algunos detalles gramaticales han sido rectificados y la dimensión de los párrafos ha variado el mínimo posible, debido a la diferencia tecnológica entre las fuentes utilizadas. Se deja para otra ocasión una versión actualizada. El motivo de la transcripción es hacer conocer este viejo texto al actual movimiento estudiantil de arquitectura, 31 años después de su redacción, por encontrarse vigentes algunos de los elementos de aquella crítica, ahora bajo la actual situación académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV.

Algunas imágenes han cambiado: el vivero frente al cafetín ya no está más. La Dirección de la Escuela de Arquitectura fue trasladada del octavo piso a PB hace diez años, el piso uno ahora lo ocupa Postgrado, el piso 9 ha sido remodelado para cubículos de investigación y otras funciones, pero en general, la ocupación inmobiliaria del edificio FAU es similar a la de 1981. Tampoco se usa ya la regla T, el letraset, ni el papel canson, la tecnología ha renovado los medios de expresión. La campana de la Renovación en el piso 5, desapareció hacia algún depósito personal, para ocultar a las nuevas generaciones su simbólico significado. El Instituto de Urbanismo superó la fría matemática hacia nuevas relaciones con usuarios y ambiente. En la UCV se atiende ahora más a la formación pedagógica del profesorado, pero todavía no se debate explícita y sistemáticamente en la FAU y sus instancias de dirección académica, sobre lo específico de la enseñanza del diseño arquitectónico, ni sobre cómo aprender y practicar la Arquitectura como disciplina en nuestras complejas realidades. La formación cultural que traen los estudiantes continúa siendo reflejo del desastre del sistema educativo nacional.
J. J. Pérez Rancel / Mayo 2 /2012

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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO
DEPARTAMENTO DE HISTORIA DE LA ARQUITECTURA
CURSO DE CAPACITACIÓN DOCENTE PARA INSTRUCTORES
TRABAJO FINAL DE REFLEXIÓN.
Instructor: J. J. Pérez Rancel.
Caracas, julio de 1983

ELEMENTOS PARA UN ANÁLISIS DE LA EVALUACIÓN DE LA DOCENCIA EN ARQUITECTURA
1.- Había tomado la fatal determinación de quitarse la vida luego de recibir la desesperanza: era mejor que no entregara porque no aprobaría; iba a perder el tiempo haciendo planos y cálculos para nada. Ya se sabía quienes pasarían y quiénes no. Taller de tecnología era la única materia que curso este semestre pues retiró Diseño en vista de que los profesores de la Unidad se contradecían entre sí acerca de los objetivos a lograr con el octavo semestre. Ahora, atrasado un período más, se veía frustrado de nuevo en su escarpada carrera por ser arquitecto, al ser condenado por un triunvirato tecnológico a postergar su demostración del aprendizaje por tiempo indefinido.

2.- La brisa fuerte lo estremecía, intentando derribarlo antes de tiempo. Los pies descalzos le indicaban la textura y la temperatura de la azotea a esa hora: 5 pm del lunes 20 de junio. El brocal norte mostraba restos de vida: balas policiales sin maldita suerte. El sol, como siempre oblícuo, seguiría el descenso. Miró a su alrededor reconociendo por última vez la silueta-perímetro cuyo centro era el edificio: El Ávila, el Clínico, la Biblioteca, Cars, Santa Mónica, Lagoven, Bello Monte, el Este, la Previsora, giró una vez, vio todo diagonal, giró de nuevo, vio el cielo, el vivero, el impermeabilizante, las nubes, y saltó al vacío…

3.- El piso nueve fue un instante; allí funciona la Unidad de Asesoramiento Docente, antes llamada Servicio de Orientación. Casi el treinta por ciento de los casos siquiátricos de la UCV son de aspirantes a arquitectos. Al pasar, en menos de un segundo, recordó los tests, el curso propedéutico, el examen de admisión, la lucha por el cupo, las palancas, las peticiones… Tuvo la impresión de tiempo vacío, más que de espacio. Sintió su ingenuidad de bachiller más triste que nunca. Rememoró en rauda fracción las tomas del rectorado para ejercer su derecho al estudio, las entrevistas con autoridades, las piedras, los intentos de soborno para dividir al movimiento. En instantes no medibles, entre 1,37 m. y el nivel de piso del noveno, desfilaron por sus lágrimas las largas explicaciones vocacionales que al comienzo y durante la carrera oyó de entrenados orientadores; escuchó el reciente plan de tutorías académicas y en el tiempo que tardó en recorrer el espesor de la placa entre el noveno y el octavo, su cerebro alcanzó a enviar la orden de una sonrisa compasiva.

4.- Al comenzar a descender la altura de techo a piso del octavo, reconoció a qué se referían las palabras que sintió: en la reunión del Consejo de Facultad se acababan de crear siete comisiones más, entre las cuales estaban la de Remodelación De Los Sanitarios (cuyo primer informe debía presentarse en abril de 1985); la de Estudio de Factibilidad Para Trimestralizar Las Funciones Administrativas; la Comisión Todopoderosa Para Analizar La Toma De Decisiones En Las Estructuras Organizativas Histórico-Académicas De Las Facultades De Arquitectura Del Mundo Libre, y la Comisión De Estudio de Alternativas Electrónicas, Eléctricas, Mecánicas, Artesanales y Metafísicas para la Planificación de las Inscripciones en el Segundo Período de 1987. Estas comisiones se sumaban a las ya existentes y, en vista de las exigencias eficientístas de las autoridades universitarias, cumplirían un importante papel en la justificación de tiempos no dedicados a labores académicas.

A la altura de 1,75 m. sobre el nivel ocho, oyó que en el pasillo una estudiante lloraba, dudando en entregar al Consejo la carta en la que denunciaba los métodos erótico-académicos de evaluación de algún seudo-profesor.

En el mismo pasillo, la cola para cobrar en la taquilla era larga y espesa, ancha y deforme: parecía una inmensa sanguijuela. La burocracia alargó su horario después de las 5, pues los pagos se retrasaron como siempre por las razones de todos desconocidas.

Antes de abandonar en su descenso el octavo piso, alcanzó a oir la queja en la Dirección: ¿¿¡¡ Cómo no íba a haber cambio de Unidades !!?? ¿Por qué tengo que aguantar la mediocridad obligatoriamente? ¿No podemos los estudiantes escoger con quiénes aprender? ¿No somos los más indicados para evaluar a los docentes? ¿A quiénes se intenta cubrir y proteger? El Director sonreía, hablaba quedo, prometía, consolaba, postergaba…

5.- La entrada a la altura del séptimo fue abrupta. Sintió de pronto las voces de sus anteriores compañeros que llegaban a corrección, el rodar de mesas y bancos, el crujir del papel de croquis, el caer de las escuadras, el deslizar de las reglas T y la juzgante voz de quien fungía de decisor: el profesor de diseño,
«Este espacio requiere mayor diafanidad y claridad. Este
ambiente no puedes dejarlo así, hay que resaltarlo, expre-
sarlo mejor. Este acceso no acusa, no llama, tienes que
manifestar con él un llamado a penetrar al recinto. La
proporción esta no me gusta nada. Juega con los volúme-
nes. Saca este cuerpo. Mete este, quita esta puerta, ábre-
te allí, ábrete hacia acá, siente el espacio, define tu circula
ción, establece relaciones, juega con las visuales, el clima,
la orientación……»

Simultáneamente, en su trayecto entre la vida y la muerte, en el vacío, él recordó la falsa contradicción arte-ciencia, la síntesis entre lo empírico y lo científico, la dialéctica entre la teoría y la práctica y, volviéndose breve instante a si mismo, recordó a Caracas, la renta del suelo, la economización, la productividad, la especulación de la construcción, el constructor, el banquero, el financiamiento… Sus sentidos captaron de nuevo a sus casi ex-compañeros y en silencio les interrogó: ¿Qué hacen? ¿Para qué están? ¿Para quién serán? Intentó gritarles: ¡No le crean! ¡Conozcan la realidad! ¡Sean íntegramente universitarios!… Pero allí comenzó el antepecho de concreto a ocultar su visión de lo que todos aceptaban como una clase normal de diseño: una transmisión unilateral de opiniones de un superdotado ser, acerca de los intentos autodidactas de aprendices a la deriva. Una relación de sumisión velada por supuestas camaraderias. O una relación de temor colectivo frente a quien va a decidir la salud emocional de seres casi siempre desprovistos de iniciativa, combatividad, noción de la dignidad y de los derechos humanos. En fin, quedó oculta la breve visión y lejano el rumor de ese teatro de operaciones anticrítica; al igual que como se borra el intento de sobresalir de un letargo prolongado, como vegeta la nación, como la universidad duerme, como la mediocridad impera…

6.- En ese momento era la entrega, en el piso seis, de sus compañeros de Taller de Tecnología: planos de arquitectura de un solemne rascacielos cuyos diez últimos pisos recordaban un Partenón de aluminio anodizado, planos de estructuras, de instalaciones sanitarias, eléctricas, especiales, cortes, envigados, despieces, cálculos, especificaciones, detalles, maquetas, cartón, papel, letraset, dinero, Canson noventa, dinero, acrílico, dinero, dinero, dinero…

El triunvirato, situado tras tres simbólicas mesas de dibujo, revisaba por última vez con aire adusto y casi lastimoso el producto de su acoso semestral a la tranquilidad síquica de los estudiantes, asumiendo las poses de manos juntas, brazos cruzados, dedos de bigote con dedos de barbilla. Poses necesarias para crear el espíritu de la dominación, tan necesario a los usuales métodos con que se evaluan los alienados esfuerzos estudiantiles por agradar a su opresor-juez.

Siguió su caída con una sensación plástica en el gusto e imaginó en un microsegundo para qué había que diseñar íntegramente un maldito rascacielos y por qué había aceptado él también ese engaño si las necesidades reales son otras. Era insuficiente cuestionar los métodos de evaluación. También debían incluirse los de aprendizaje y la revisión de los objetivos del mismo.

7.- Pensando en la utopía «rascacielana», coincidió su cota con el techo del nivel quinto del edificio, a la altura de las frondas de las chaguaramas y, atravesando su mirada la ventana en la que aún muere la campana que durante la renovación llamaba a la Universidad a combate, encontrose su vista con una clase optativa de Zonificación. Pensó en lo que allí se enseña, pensó en el Consejo del Municipio Sucre, pensó en la Cámara de la Construcción, pensó de nuevo en Caracas, su cerebro ordenó una lágrima que no brotó… Y se interrogó acerca del sentido de evaluar y aprobar asignaturas místicas como esa, golpes de pecho, alcahueterías… Y concluyendo que cualquiera sea el método de evaluar, lo parcial aislado no evalúa la carrera íntegra ni el ejercicio profesional, alcanzó a ordenar a sus neuronas un leve gesto de desprecio…

8.- Tuvo de pronto la sensación de dígito. Recibió un par de minidescargas e impulsos y, tras intentar emitir un sonido que quiso ser electrónico, se dio cuenta de que había accedido a la altura en cuyo espacio está el Instituto de Urbanismo. Comprendió fugamente que el modelo matemático de la instantánea acción que cumplía podía entrar en conflicto con la utopía planificadora de las sociedades, que brotaba de dicho centro investigador. Experimentó una rápida sensación de temor, al recordar que las situaciones que vivió en la Facultad, en la ciudad, en la vida, eran tan diferentes a las que los ordenadores habían programado para él. Y sintió miedo.

El último metro de caída libre en ese nivel lo dedicó a preguntarse acerca de la relación docencia-investigación en todas las etapas de la carrera; se interrogó sobre cuánto podrían aportar los estudiantes en la investigación urbana sobre base real y cómo contribuiría eso a su formación. Trató de imaginarse cuales eran las necesidades de Venezuela en cuanto a planificación urbana-regional; intentó pensar en cómo ordenar al caos en el voraz capitalismo de la terrofagia; hizo un rictus de terror y pasó al tercer piso de altura…

9.- Allí había un examen de Arquitectura Contemporánea Venezolana. ¿Cuál Arquitectura? ¿Venezolana? ¿Contemporánea con cuál tiempo histórico de nuestros espacios históricos? Vaciló. Durante la distancia comprendida entre 2,43 m. y 0,00 m. del nivel tres, se dedicó a recordar lo recién discutido en semestres anteriores: la realidad nacional, la arquitectura nacional-científica-de masas, la dependencia neocolonial, las revistas agentes de la transculturación, el triste papel del país reproductor atrasado de formas arquitectónicas importadas, y el lamentable cuadro de atrofia mental e inmoralidad social de los que están llamados a plantear soluciones al futuro sin transigir con el presente.

Dudó en los últimos cincuenta centímetros de ese piso, acerca de la validez de aquel examen. No por su carácter relativo de medidor parcial de conocimientos, sino porque no evaluaba métodos de análisis, capacidad crítica, comprensión de la realidad en la que se incide, visión global de la problemática arquitectónica venezolana… Y no evaluaba eso, sencillamente porque el profesor no se había propuesto discutir tales aspectos, sólo conocimientos, sólo información, sólo lo evidente, no las causas y las consecuencias.

10.- Con fuerte sensación de estómago descompuesto comenzó su paso vertical por el piso dos. Dicha sensación se acentuó al darse cuenta de que allí se efectuaba una especie de inquisición en ausencia de los acusados. Las paredes estaban cubiertas de planos; las mesas, de maquetas; el piso, de tirro. Al centro del aula, los cerebros cubiertos de telarañas: era una entrega de Diseño. Una especie de tortura no denunciada en ningún organismo internacional de defensa de los Derechos Humanos y de práctica desconocida por las más implacables y trogloditas dictaduras de los tres mundos.

El grupo que hacía las veces de jurado se componía de los conocidos especímenes denominados «profesores de diseño». Eran ellos quienes, conversando sobre cualquier otra cosa, decidirían entre broma y broma cuáles productos de diseño cumplían con sus aspiraciones estéticas, personales, morales, sociales, políticas o gremiales.

La evaluación del producto como suma de capacidades adquiridas es simplemente la evaluación de un instante y de un intento de aplicación práctica en un sólo ejercicio, de conocimientos y habilidades recién adquiridas o recién transmitidas al estudiante. La evaluación del proceso es lo que nunca hicieron con él, por eso su formación hasta Diseño VIII fue torpemente guiada sobre la base de absurdas entregas a puertas cerradas, le pusieron ladrillos sobre las maquetas, le dieron la espalda mientras hablaba en las correcciones, le dieron preferencia a las muchachas en las evaluaciones, se rieron en su cara al ver sus intentos de diseñar, le dijeron que se dedicara a otra cosa, le exigían presentación con recursos fuera de su alcance, lo comparaban con modelos predeterminados de rendimiento y, además, no le daban elementos teóricos, nada de teoría de la arquitectura, del espacio, del diseño, del color, de la resistencia de los materiales, de un carrizo.

Era Diseño una de las más determinantes causas de su trauma. Nunca supo para qué estudiaba. Nunca relacionó un semestre con otro, las teóricas con Diseño ni mucho menos la carrera con el país. Jamás supo qué evaluaban al evaluarlo.

Llegó a la altura del techo del primer piso con el estómago decididamente al revés y la rabia tardía suplantando lágrimas.

11.- La brisa que venía del Este traía el olor a tierra mojada, a las flores del vivero y a la marihuana que consumían tres estudiantes en la bien llamada escalera de escape.

El primer piso le pareció, con más razón que a ningún otro estudiante corriente, el final del camino. Sintió su fin cercano y lo deseó instantáneamente. Tuvo tiempo a esta corta altura de escuchar una conversación entre futuros ex-colegas estudiantes:
«…tremenda rumba punk donde Chava… noj fuimo en
el J-7 de este… la vaina se prendió de pinga… yo me
las eché el fin de semana ¿ves?… la concecuencia es-
tava implisita al alcanze de la épocas ¿comprendes?
Uvo que tomar pocición de una ves ¿vez?…»

Alcanzó a iniciar un gemido que quiso ser estertor ¿Qué producto? ¿Qué formación se evalúa? ¿Qué conocimientos? ¿Cómo lo evaluaron antes de entrar? ¿Qué le evaluaron? ¿Por qué y cómo llegó aquí? Su garganta enmudeció antes de ordenárselo y el planeta se le vino encima en el último instante, sin darle tiempo de esquivarlo… era La Tierra, quien contra él chocaba y lo arrollaba…

12.- Abrió los ojos y se dio cuenta de que no había heridas, ni sangre, ni dolor. Se palpó, abrió de par en par cada sentido, trató de hablar y lo hizo: ¿Qué pasó? Había caído definitivamente al nivel de PB, pero no en el piso. Su violento descenso fue detenido a +2.00 m. A su alrededor halló la causa de su nueva frustración: maquetas de todos los tamaños, colores y materiales. Cerros de listas de viejas inscripciones. Montañas de trabajos de Estructuras, Historia, Urbanismo, Diseño. Colinas de planos desdoblados. Inmensos montes de trabajos de Ascenso de profesores, trabajos viejos y nuevos sobre Objetivos para el aprendizaje de la Arquitectura, o del diseño arquitectónico y urbano (que era otra cosa), o de la relación entre mano suelta y AutoCAD, pruebas de ingreso sobrantes, tomos completos de las actas de reuniones del Consejo de Facultad…

Interrumpió su angustiada mirada sobre un afiche que dominaba el espacio del cafetín, convocando a las inscripciones para la semana siguiente; los mismos horarios de la asignaturas del mismo Plan de Estudios, con las mismas preferencias para las Unidades de Diseño, en las mismas aulas reutilizadas, con los mismos muebles, tarimas e instalaciones de siempre, los mismos tirros pegados por años. Todo seguía igual. Nada había cambiado.

«¡¡ CORRE !!», se dijo. «Inscríbete antes de que se acaben los cupos» «Haz tu cola», «Colabora con la Dirección y Control de Estudios», «Participa», «Gradúate ya…»

Fotografías: Revista entre rayas. Tomadas el 20 de abril de 2012