Palabras del Arq. Francisco Pimentel Malaussena Doctorado Honoris Causa

Distinguida Doctora Cecilia García-Arocha Márquez, Rectora-Presidente del Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela.

Distinguidos Vice Rectores y Secretario del Consejo Universitario.

Apreciado Arq. Gustavo Izaguirre Luna, Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y demás Ilustres Decanos y miembros del Consejo Universitario. Apreciadas Autoridades de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo y miembros del Consejo de Facultad.

Dra. Arq. Alejandra González y Dr. Arq. Azier Calvo, Padrinos de mi Doctorado.

Muy apreciados profesores activos y jubilados, estudiantes, personal administrativo y obrero.

Muy queridos familiares y amigos.

Agradezco altamente a las autoridades universitarias de la Universidad Central de Venezuela, la muy apreciada distinción de conferimiento del Doctorado Honoris Causa, en el marco del tricentenario de la fundación de la Universidad Central de Venezuela, conforme a lo dispuesto en la Ley de Universidades y reglamentos de esta preclara Institución; al Arquitecto Gustavo Izaguirre, Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, por su amable presentación y a mis padrinos:  la Dra.  Arq. Alejandra Gonzáles y al Dr. Arq. Azier Calvo, ex Decano de la Facultad, por su apreciado acompañamiento.

Este acto hace posible encontrarnos para la oportuna reflexión del camino recorrido y, a la vez, con la urgencia de renovar los esquemas y actitudes que fundamentan nuestra vocación de servicio a la sociedad y  sobre el  compromiso de aquel grupo de arquitectos que hace más de 70 años fundaron la Sociedad Venezolana de Arquitectos, actual Colegio de Arquitectos de Venezuela y de los fundadores y profesores de nuestra Sexagenaria Escuela de Arquitectura, dependiente de la Facultad de Ingeniería, cuyo primer Director fue el Arq. Luis Malaussena, hoy Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, que animaron vivencialmente con su testimonio y oficio, la formación en los valores que fundamentan nuestra propia vocación de servicio a la sociedad y nuestro compromiso profesional en el ejercicio público y privado, docente y gremial.

En mi trayectoria profesional, me he esforzado en hacer vida y acción al siempre actual y fuerte testimonio de mi profesor, el Maestro Arquitecto Carlos Raúl Villanueva, Primer Decano de la Facultad de Arquitectura, quien, con su vida, su palabra y su obra, definió la arquitectura como Acto Social por excelencia. Él marca esta intervención.

Como arquitecto y docente, algunos pueden esperar que aproveche esta importante oportunidad, para comentar tendencias o pretender dictar cátedra sobre la arquitectura contemporánea, o un análisis crítico a las actuales políticas públicas relacionadas con el desarrollo urbano y el hábitat en el país, como la llamada Misión Vivienda o Caracas Bella, o el diseño de los últimos “llamados monumentos” nacionales, o el inconsulto cambio de los símbolos y la historia de nuestra querida Caracas. Quiero restringirme a algunas reflexiones sobre ciertos imperativos profesionales, educativos y éticos en el escenario actual del país.

La educación es instrumento fundamental de transformación social. Para lograr un verdadero cambio en este ámbito, es menester que el sistema educativo se fundamente en valores trascendentes que conduzcan a la estructuración de una convivencia con responsable participación de sus miembros. La realidad educativa de nuestra patria ha sido una sucesión de luces y sombras, según épocas y gobiernos. En la actualidad no existe un coherente proyecto educativo nacional acordado y compartido por toda la sociedad, sino uno ideológicamente impuesto.

El Estado -mejor dicho, el gobierno- ha venido estableciendo y, en muchos casos de manera inoportuna e inconsulta legalmente, lineamientos, acciones y políticas educativas de acuerdo con su particular ideología.  A esto se le suma la compleja situación actual para los docentes a todo nivel, que en general, están muy mal remunerados y oficialmente poco reconocidos, lo cual genera escaso entusiasmo por su actualización académica y por su permanencia en tan importante labor. Ante esto es justo resaltar, múltiples casos y testimonios activos de una noble entrega a la docencia y al país, por encima de estas injustas condiciones.  Todo ello en el marco de la grave crisis nacional, caracterizada, entre otros, por un sostenido deterioro social y económico, una grave degradación ética y moral y una numerosa diáspora de venezolanos.

Estos últimos años, el verdadero valor de la libertad política no ha sido debidamente acompañado de la enseñanza y ejercicio de los valores del trabajo, del desarrollo económico sustentable, de una actualizada tecnología que aumente la productividad, de una administración honesta, del mejoramiento de la familia, del aprecio a la vida, del crecimiento cultural, en síntesis, del verdadero progreso del venezolano.

Estamos frente a un  Régimen marcado por el populismo y un feroz estatismo, que lejos de ser un camino para el desarrollo de las personas y la sociedad, se convierte en un instrumento de sometimiento conducido por el  paternalismo de un Estado que mediante mecanismos como el Carnet de la Patria, crea y estimula la cultura de la dependencia en todo sentido, frente a la urgencia de un  compromiso para construir un país en democracia y en libertad, que permita un integral desarrollo personal y social.

Como universitarios, frente a la dura realidad de nuestro país, estamos llamados, a ser conciencia crítica de nuestra sociedad en la presente y muy grave situación de la  educación, de la seguridad social,  del sistema médico sanitario, de los servicios públicos, de las oportunidades de un  trabajo digno y la creación de una sana y vigorosa economía; pero sobre todo, a contribuir eficaz y oportunamente en la edificación de una sociedad más justa y más humana, conscientes  que esta acción social, política y cultural requiere del testimonio de una vida personal, familiar, profesional  y social, que efectivamente promueva el Bien Común por encima de los intereses particulares, grupales o sectoriales.  

Este es el gran compromiso que hoy enfrentan nuestras universidades: la tarea ineludible de preparar profesionales en todas las disciplinas, que con creatividad y capacidad asuman estos urgentes retos y una toma de conciencia que lleve a compromisos concretos en una sociedad cuya importante deficiencia es la falta de la convivencia nacional y eso exige a todos crear ciudadanía.

Ello implica a la vez un llamado a los responsables de los planes de estudio de nuestras Facultades, Escuelas e Institutos y, en especial, una interpelación a la comunidad estudiantil que debe hacer sentir en sus aulas el ímpetu creador de su propia vocación, para transformar esas aulas, juntamente con sus profesores, en espacios de sueños, esperanzas y solidaridad, en nuestros ambientes concretos y en el país.

Desde estas aulas y estos espacios universitarios, comprometemos nuestro esfuerzo particular y la vivencia diaria del oficio y vocación, en la urgente transmisión vivencial de valores éticos y morales, convencidos que ello no se realiza simplemente en algunas horas de clase sobre deontología profesional, sino fundamentalmente con un coherente testimonio personal y social.

Ante este exigente deber, nuestra universidad y empeñosamente la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, ha optado por impulsar en el pensum de estudio, la formación de profesionales con una fuerte conciencia de los graves problemas urbanos que pesan sobre nuestras ciudades y pueblos, ante el violento proceso de deterioro ecológico, una importante pérdida progresiva del espacio público, la destrucción del ambiente urbano, una inoperante movilidad urbana y la cada vez más notoria carencia de servicios públicos, especialmente por la falta una gerencia capaz, de recursos,  de una oportuna planificación y  mantenimiento, y el retardo o total desinterés de las instituciones públicas de adaptarse a las tecnologías actuales con visión de futuro.

Nuestra Universidad se encuentra gravemente asfixiada en sus recursos presupuestarios asignados por el Ejecutivo Nacional. Estolimita altamente las muy importantes actividades docentes y de investigación, lo que ha requerido que nuestras autoridades y la comunidad universitaria en general, presenten un fuerte reclamo con valiente claridad, que no solo alcanza la atención de las edificaciones de la Ciudad Universitaria, Patrimonio Mundial de la Humanidad, sino particularmente la autonomía establecida claramente en nuestra Constitución y leyes. En Febrero de este año, nuestra Rectora lo expuso firmemente en un comunicado a la colectividad y a la comunidad universitaria, en defensa de la autonomía universitaria, ante la irrupción violenta del Aula Magna por algunos funcionarios públicos; e igualmente ante la reciente sustitución por el Ejecutivo Nacional de la placa original del año 2000 que identifica este Patrimonio Mundial, por un plástico a manera de propaganda política, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo presentó ante este nuevo agravio, un fuerte y preciso Comunicado a la comunidad universitaria y el país, por considerarla ofensiva a los principios rectores de la intervención de este importante Patrimonio Mundial.

Ante esta notable falta de asignación por años de oportunos recursos para el mantenimiento de las edificaciones, estas han sido esforzada y muy limitadamente atendidas presentando muchas de ellas un importante deterioro. Con gran entrega y amor, el Consejo de Preservación y Desarrollo de la UCV, en Conjunto con la Dirección de Mantenimiento y otras dependencias, animosamente con profesores, alumnos y empleados de esta Alma Mater, coordinadamente con la Comisión multidisciplinaria designada por la Presidencia de la República a tal fin, han emprendido un planificado y estudiado programa de recuperación de sus edificaciones y la rehabilitación de servicios y espacios internos y externos,  actualmente en ejecución avanzada.

Nuestro reclamo se eleva, con más fuerza, ante las graves amenazas de una nueva ley de educación universitaria, que afectaría uno de sus valores esenciales: la autonomía universitaria, declarada firmemente en el Artículo 109 de nuestra Constitución.

Frente a estas acciones, es muy importante destacar el firme comunicado de todas las Academias Nacionales de fecha 2 de Febrero de 2022, en el cual denuncian la provisión a nuestra universidad de presupuestos reconducidos o notablemente insuficientes que llevó, entre otras medidas, a la supresión de programas tanto de pregrado como de posgrado e investigación y al abandono del país de un porcentaje significativo de profesores, investigadores y estudiantes.

El urgente  llamado es a  un mayor compromiso  de nuestra juventud, nuestros estudiantes a todo nivel, y fundamentalmente, en nuestro caso, a la participación de toda la comunidad universitaria que exigen, ante esta precaria situación, impulsar decididamente con nuestras autoridades legitimas, una formación científica, profesional y técnica actualizada a los nuevos  requerimientos de la sociedad y a los avances técnicos y científicos y acompañamiento en su lucha por trabajos dignos y justamente remunerados; una seguridad social que garanticen su salud, desarrollo personal y familiar y un mayor dinamismo en la presencia activa en el quehacer nacional, superando todo desaliento y comprometiéndonos generosamente en la urgente formación, defensa y promoción de los valores éticos y morales, en los campos propios de la cultura, la educación y la investigación científica de calidad, en los que la comunidad espera de nosotros una presencia creativa, que se haga impulso de democracia y libertad, de justicia, de honestidad, de solidaridad, de paz y de participación activa en el desarrollo armónico del país y fundamentalmente  del bien común de todos sus ciudadanos, con apego a nuestra autonomía y autoridades legitimas, que no se levantan del estrado y se marchan cuando una graduanda o un profesor expresa sus nobles sentimientos y urgentes justos reclamos, sino que, en conjunto, responden como una  verdadera comunidad universitaria democráticamente dialogante.

Este es el dilema de una educación para la libertad y la democracia o para la dependencia y la sumisión, el cual debe ocupar lugar prioritario en la atención del liderazgo nacional y de los educadores. Este es nuestro llamado y respuesta.

La familia es la célula fundamental de la estructura social y democrática, que actúa como primer docente y formador de virtudes y valores. Los gremios, la comunidad universitaria y la familia han sido especiales referentes de resistencia frente a ciertas políticas públicas, como los muy insuficientes aumentos salariales y mecanismos de sometimiento, compra de fidelidad, inacción y corrupción

Frente a la desatención de los despachos públicos competentes a estos urgentes requerimientos,  con valiente claridad  a fin de que se corrija esta grave situación del derecho a la salud al no proveer el Estado los recursos necesarios, ya en el año 2018 el Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela reconoció y aprobó la “Declaración de emergencia humanitaria de todos los que integran la comunidad de esta universidad nacional autónoma”, ante esta grave precariedad, nuestras autoridades universitarias y la comunidad universitaria en general, presentan un fuerte reclamo con  valiente claridad a fin de que se corrija esta grave situación de violación al derecho a la salud que igualmente se extiende gravemente a la seguridad social de todos sus miembros.

Esta resistencia ha creado espacios en nuestra sociedad en los que existe una fuerte conciencia y convicción para mantener nuestro tejido social, las redes de solidaridad, la defensa de la familia y una educación de calidad. Este es el reto y el camino para enfrentar y superar las dificultades de estos tiempos y para prepararnos para un futuro mejor.

Muy apreciados miembros del Consejo Universitario y de la comunidad de la Universidad Central de Venezuela, en mi actividad profesional pública y privada,  y con especial afecto en mi labor docente, si algún esfuerzo sostenido he realizado y del que me siento orgulloso,  ha sido la hermosa tarea de haber animado a muchos jóvenes estudiantes a descubrir juntos su proyecto de vida, a entender que su vocación profesional no es algo hecho, estático, sino dinámico, que evoluciona, se desarrolla y construye día a día.  Ha sido siempre una invitación a edificar juntos esta tarea que la sociedad nos ha confiado.

Para concluir, con especial cariño, quiero expresar en primer lugar mi agradecimiento a las autoridades universitarias, por su decidida entrega a una exigente e importantísima vocación de servicio, a veces no suficientemente comprendida y respaldada; a mis padres, por su testimonio de vida y disponibilidad que en muchos aspectos signó mi vida; y a mi muy amada familia por su siempre amorosa y animosa cercanía en estos largos años de trayectoria profesional; sin ese decidido apoyo y amor, me hubiese sido imposible cumplir plenamente muchas metas y tareas.

A las autoridades de la Facultad en mis más de treinta años de docencia, a los Decanos y Directores con quienes en el Consejo y Asamblea de Facultad y en las aulas, compartimos esa responsabilidad con gran ilusión y entrega. A todos mis profesores en la Facultad de Arquitectura de la UCV, especialmente a los que ya no nos acompañan físicamente, que imprimieron profunda huella que perdura en nuestro quehacer diario, y en especial a mis numerosos alumnos que guiamos en sus trabajos finales y tesis de grado, fuente viva y renovada de mi vocación docente y profesional y de mi fe y esperanza en el país. Hoy muchos de ellos son profesores universitarios y profesionales de necesaria referencia y aprecio.

Al esforzado equipo que en los organismos públicos me acompañó con vocación de servicio, en la importante tarea de estar presentes en las exigencias del país, la ciudad y sus ciudadanos y como opción preferencial en las zonas deprimidas, con un fuerte compromiso social por el bien común. A la Oficina y a la Comisión Metropolitana de Planeamiento Urbano y al Instituto de Arquitectura Urbana, integrado por competentes y profesionales quienes me acompañaron animosamente en esta importante tarea para nuestra ciudad y sus habitantes. Y a los apreciados colegas con quienes compartí responsabilidades gremiales en la Junta Directiva, Asamblea y Tribunal Disciplinario del Colegio de Ingenieros y del Colegio de Arquitectos de Venezuela en productiva armonía, frente al incomprensible retardo en la aprobación de su propia Ley de Ejercicio Profesional y la renovación de sus autoridades conforme a su reglamento.

En el ejercicio privado de la profesión, con especial afecto igualmente doy gracias al valioso equipo de nuestra oficina de arquitectura. Con especial cercanía me permito recordar a algunos de ellos tempranamente fallecidos:  al Arq. Bernardo Borges, mi muy apreciado socio y cercano amigo por 30 años; al Arq. Pablo La sala notable docente y brillante profesional, ex Decano de la Facultad, y al Arq. Beltrán Alfaro. Muy activos permanecen en PC-Arquitectos o en sus propias oficinas, el Arq. Oscar Capiello, mi muy querido yerno, competente arquitecto y activo socio desde 1982 y que a mi retiro de PC-Arquitectos en 2018, tomo las riendas de la Oficina abriendo nuevos horizontes profesionales, junto a mi hijo el Ingeniero Francisco Pimentel que gerencia eficientemente la promoción y ejecución de nuestros proyectos; a los Arquitectos. Jacobo Koifman actualmente retirado, Edwing Otero, reconocido docente y profesional, Judith Lacle, Luis Alemán, Carlos Teodoro Itriago, María Inmaculada De León, Gabriel Heredia, Mariana y Vilmar Jauregui y a todos los muy apreciados arquitectos y profesionales de las distintas especialidades quienes nos acompañaron en esta trayectoria con gran competencia y sentido de equipo. Y, finalmente, en nuestro ejercicio privado, al grupo de empresas promotoras y propietarios, que pusieron su confianza en la experiencia en nuestra oficina, haciendo realidades retos y sueños, en medio de la actual compleja situación del sector inmobiliario.

Muy apreciada comunidad universitaria, amigos todos:

El reto para nuestras generaciones es testimoniar vitalmente la fuerza moral con presencia activa en el desarrollo integral del país y en la edificación del bien común. La recuperación de la esperanza de esta generación depende poco de fijarse en la multiplicación de promesas y mucho del compromiso individual y colectivo. De dejar de ver para los lados y fijar la mirada en un objetivo, en una presencia comprometida con el hombre y la sociedad, frente a mecanismos de sometimiento, compra de fidelidad, inacción y corrupción.

Venezuela espera de nosotros asumir nuestro compromiso como ciudadanos y como profesionales, con fidelidad, con coraje, con coherencia, con honestidad y ética personal y social, y vivirlo con alegría, solidarios con los más débiles y oprimidos, como testimoniaron con su vida el Arq. Carlos Raúl Villanueva, el Dr. José María Vargas y el Beato Dr. José Gregorio Hernández, auténticos universitarios y ciudadanos.  

El llamado es a una toma de conciencia más viva de nuestra propia responsabilidad, a la defensa de la autonomía universitaria y acometer con capacidad de riesgo y decisión la edificación de una nueva sociedad en democracia y en libertad, con sentido de responsabilidad ante la historia. La tarea es de todos. Y es posible, y si es posible entonces es una obligación ética y moral, personal y social.

De nosotros depende. Muchísimas gracias.

Arquitecto Francisco Pimentel Malaussena.

Fotos: Andrew Álvarez.