El parque Rogers/Chávez de Caracas

Estupefacto. Así es como quedé al ver la inmensa cucaracha, el descomunal congorocho arquitectónico que pretenden los ilegítimos enclavar al Sur de esta inagotable fuente de contrastes que es la capital de país. A semejante monstruo urbano lo quieren llamar «Parque Hugo Chávez», coherentemente con lo disparatado que fue ese señor. Sería un merecido homenaje mejor que el mausoleo, para el principal responsable de los miles de dislates y desaciertos que son su cacareado «legado».

Este homenaje, que no ha sido planificado, sino planeado, maquinado, cocinado, a las escondidas, al mejor estilo del sectarismo y la exclusión que caracteriza al chavismo aún sobreviviente, pretenden enclavarlo en los terrenos del Instituto de Hipódromos, largamente ambicionados por los variopintos grupos especuladores ligados a la cuarta y a la quinta.

35.000 personas podrían caber en el nuevo stadium de béisbol. 55.000 en el de fútbol, según lo que el gobierno ha permitido por fin que sepamos, a través de sus amigos de «Aporrea» y de la Agencia Chavista de Noticias (5/8/13*). Estas descabelladas ideas no pueden haber surgido durante los cien días del ilegítimo mayor. Seguramente vienen trajinándose desde mucho antes con otro objeto, ya que un proyecto de esa envergadura no es posible que se exprese detalladamente en tres meses, luego de los cuales pareciera haber surgido el dibujo digital del citado congorocho, ahora dedicado al expresidente ya fallecido.

Éste gigantesco artefacto arquitectónico, cuya dimensión podría ser diez veces el volúmen del Poliedro, estaría conformado por los dos estadios citados, por una serie de calles a nivel circundantes a ellos, junto con nuevas sedes para la Universidad Bolivariana y la Asociación Los Criollitos (utilizados para este fin) y otras macro instalaciones para baloncesto y demás actividades «recreativas». Alrededor de semejante edificación, se anuncian 100 manzanas de «jardines botánicos con espacios para acampar» (aporte extra a la disciplina de la arquitectura paisajista) y nada menos que cuatro «Parques Comunales» (?) con pistas de trote y de bicicletas.

De la información gráfica dejada colar por este desastroso gobierno, no es posible deducir con mayor precisión las características de este nuevo acto de soberbia contra Caracas. Sólo tenemos a la vista un resultado gráfico, una aproximación, una propuesta, que vendría a ser lo que consignó al gobierno el privilegiado arquitecto que fue comisionado para esta tarea: Richard Rogers, Lord inglés por demás señas, ungido a dedo a pesar de las declaraciones al revés dadas por el lastimoso Maduro al anunciar el Parque: «Esto no es para ninguna élite ni para ningún burgués. Esto es propiedad pública socialista para servicio del pueblo». Sigue, Mentira Fresca, sigue, te falta menos.

No hubo ni habrá Concurso, ni Jurado de expertos, ni asesores, comisiones o mesas de trabajo, ni consultas a las «comunidades» o habitantes de las Mayas o de la Mariposa, o de la Panamericana, o de Pacheco, o de los demás barrios estables o inestables que rodean esos terrenos. Mucho menos, algunas mínimas consultas con arquitectos o urbanistas serios venezolanos, que los hay de sobra.

No hubo «parlamentarismo de calle» ni ninguno de los clichés reestrenados por los trasnochados ilegítimos, para saber que opinión podrían tener de la construcción de esta megaestructura, los damnificados-refugiados que desmantelaron sin lástima, misericordia ni impedimento, las tribunas y demás locales y espacios del más importante Hipódromo de la América Latina, el que supuestamente sería pronto decretado «patrimonio» por Maduro (Ojalá no les toque a ellos restaurarlo, luego de que sus propias autoridades han demolido parcialmente ex-profeso, sectores y elementos arquitectónicos de conjunto)

No le consultaron qué les parecía el Congorocho a los usuarios, funcionarios o indigentes que pululan día a día en la más grande montaña de caca de Venezuela, que es el botadero de basura que ha crecido sin pausa en Las Mayas al lado de los atravesados y apetecidos terrenos conocidos como «Fuerte Tiuna», al lado de la milicia, pues. ¿Presenciaron Rogers o sus contratantes cómo compiten los zamuros con los niños y ancianos que recogen desperdicios en la Megaestructura de Caca de Las Mayas? ¿Aspiró desesperado e impotente Rogers la hedentina que van dejando por la Valle-Coche los asquerosos camiones «del aseo» que llevan (y regresan) la basura de la ciudad hasta el botadero de Las Mayas? ¿Ha paseado Rogers por la calle que separa Las Mayas del Ghetto Tiuna?

¿Se caló Rogers al menos una cola kilométrica en la Panamericana, a vidrios subidos para no ser salpicado por la cloaca eterna sobre la que patinan los cientos de miles de habitantes de Los Teques y demás ciudades dormitorio?

Sería conveniente conocer los estudios que Lord Rogers realizó sobre el área dispuesta para levantar el proyecto de «parque». Este desastre que pretenden levantar al Sur de Caracas ¿qué relación tendría o debería tener con el entorno social, físico, ambiental y arquitectónico de los kilómetros cuadrados comprendidos entre Hoyo de la Puerta, Prados del Este, Coche, El Valle y sus cerros, los barrios de la Panamericana, Santa Mónica, Valle Abajo, los municipios Los Salias, Carrizal y Guaicaipuro y el resto de la ciudad?

¿Consideraron Rogers y quienes le encargaron a dedo el proyecto, las consecuencias nada más en movilidad que sufrirán en la Valle-Coche 55.000 personas luego de ver a la VinoTinto en el nuevo stadium? ¿Cómo le iría a Lord Rogers en la Alcabala 1 del Puente de Coche, al serle negado el acceso al Ghetto Tiuna y tener que «calarse» dos horas en la Valle Coche o al no poder llegar a tiempo a Prados del Este por Cumbres de Curumo, porque no tenía el carnet de los militares para recortar por esas «instalaciones»?

¿Acaso Mr. Rogers y sus asesores británicos hicieron los estudios del caos vial entre Tazón y la Plaza Venezuela, eje del cual dependerán los 35.000 y 55.000 fanáticos adicionales que usarán esa callecita? ¿Habrá planificado científicamente Rogers o sus socios contratantes el impacto social de la inversión en su megaestructura, confrontándolo con las crudas realidades secularmente olvidadas en los barrios existentes alrededor de esos terrenos?

¿Intentaron Rogers o quienes lo designaron, trotar o montar bicicletas por la «avenida» principal de Las Mayas, o trotaron él o Maduro por las divertidas y «recreacionales» escalinatas que suben desde esa calle hacia ese submundo «comunitario»? ¿No tuvo problemas, Rogers, con su celular o con sus zapatos o con su Rolex o billetera, al pasear por los kilómetros 1 y 2 de la Panamericana, a tres kilómetros de distancia del futuro «Mirador» que harán para admirar el Mega-Congorocho?

No, no tuvo problemas, porque sencillamente, ha hecho como el bueno de Maurice Rotival en 1939, quien en su plano regulador para Caracas, encasquetó sobre El Calvario la pirámide de la Luna de Teotihuacán, suponiendo que el trópico era todo igual y desconociendo (u obviando por innecesaria) la topografía del centro de Caracas.

A Rogers, también cómodo a distancia, tampoco le ha interesado hacer una propuesta ajustada a la realidad: su MegaCongorocho se impone sobre ella, sobre la topografía, sobre ranchos y pobladores, sobre preexistencias patrimoniales valiosísimas como el Hipódromo y el Poliedro, en fin, se impone sobre las prioridades y necesidades sociales representadas por el cuadro de miseria que rodea esas preexistencias y que observa desde sus cerros al Ghetto Tiuna, impávido, privilegiado, excluyente, devenido en estorbo urbano y últimamente más habitado que nunca por uniformados lamentables y corruptos, entre ellos los que revenden a precio multiplicado los cuartuchos que la Misión Vivienda les ha adjudicado como apartamentos.

La información que la Agencia chavista ha divulgado, no dice cuál es el organismo responsable de esta Mega-equivocación, ni quiénes son los asesores que hablaron en inglés con Rogers o de quién fue la idea de contratarlo. Las Facultades de Arquitectura y de Urbanismo deberían «raspar» y llamar la atención de sus egresados (¡¡algunos son profesores!!) involucrados y comprometidos con estos errores y disparates que causan daños costosísimos a la nación, los cuales deberán ser enmendados por las generaciones emergentes. ¿Cuando van los Colegios de Arquitectos y de Ingenieros a revisar la cantidad de artículos de la Ley de Ejercicio profesional y sus Códigos de Ética que se violan con proyectos como estos?

No dice el gobierno ni sus apoyadores de Aporrea, quién elaboró los Términos de Referencia del proyecto, o los estudios de suelo de ese frágil sector montañoso erosionado por cloacas seculares, o quiénes hicieron el estudio de factibilidad económica de esa construcción descomunal, para que no se convierta en elefante blanco cuando haya cambios en el poder político, o de quiénes fue la idea de insertar ese mamotreto innecesario sin un Plan Rector para todos los sectores implicados y en relación con el resto de la capital, o por qué se continúa comprometiendo el futuro de Caracas sin dotar de civilidad lo ya existente (muchas canchas en barrios en vez de un mega complejo deportivo, descentralizar en vez de concentrar, jerarquizar la inversión en lo necesario y postergado, en vez de aparentar bonanza con proyectos faraónicos, etc.), o quiénes le suministraron a la oficina de Rogers la cartografía y fotos aéreas del «terreno» (secreto imposible para los «civiles»), sin mostrar el rancherío de todas las invasiones habidas, para que se insertaran digitalmente sus ideas megalómanas del negocio ya cocinado.

Apreciado Sr. Rogers: véngase para que vea esta realidad, ajena y lejana a su experiencia. No nos proyecte una Enterprise para la Odisea de estos espacios. No manche su firma merecidamente estampada en el centro Pompidou, no nos desencante de su extraordinaria arquitectura para el Barajas de Madrid. No desmerite el seguir apareciendo en vida en los diccionarios de arquitectura, como un utopista de las megaestructuras y de la costosa arquitectura de precisión tecnológica.

No se olvide, en fin, que Caracas no es Londres, que los venezolanos tenemos todavía pendiente nuestra revolución industrial y de que nuestra industria del acero (para hacer sus megaestructuras) está quebrada por el mismo gobierno que lo contrató, o de que con el dinero que costaría el gigantesco arco parabólico interrupto que uniría virtualmente los dos estadios, se podrían dotar treinta hospitales y evitar la muerte de trescientos niños. No se deje manipular por Mentira fresca, Lord Rogers, usted pertenece al Start System de la arquitectura (un poco desprestigiado en verdad, a nivel mundial) y ese señor y los que lo contrataron a usted, son unos ilegítimos que no saben ni de arquitectura ni de nada. Realmente.

Elaborado por:
Juan José Pérez Rancel,
Arquitecto (UCV, 1977),
Profesor Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UCV, 1981-2013)

* Fuente de la información utilizada:
Agencia Venezolana de Noticias (AVN) (http://www.avn.info.ve)

2 thoughts on “El parque Rogers/Chávez de Caracas

  1. Apreciado profesor, me alegro que se haya descargado a traves de esa imagen del «congorocho», y aunque comparto algunos puntos que ud. menciona, lamento decirle que dicha imagen me parece no corresponde a este proyecto.
    Asi sera la zonificacion
    http://www.ciudadccs.info/wp-content/uploads/inf1.png
    para que si le quedo algo que decir al menos lo haga sobre informacion real…

  2. Resulta estéril tratar de persuadir al autor a que desista de semejante disparate urbano, ya que en Venezuela tenemos en cola cientos de interesados «Rogers hollywodenses» avidos por cobrar las fortunas que el régimen le roba al pueblo, a cambio de balbucear en una sola entrevista de prensa, las hilarantes sandeces de petrocorruptos esquivos de la, por ahora, confiscada Justicia.

    Por otro lado me preguntaba si el caro -de tarifa, no por afecto- colega, enterándose de la infertilidad de los gallineros verticales, quíso seducir desde tierra a todos los PAJARITOS que sobrevuelan Caracas a que depositen todos los huevitos en ésos inspirados y reivindicativos meganidos.

    Se imaginan. Eso si revolucionaría el mundo: hambre cero.
    Coño nojó, cuando la arquitectura se lo propone, se la come!

    víctor

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